lunes, 27 de mayo de 2013

EL EVANGELIO Y SU PENSAMIENTO



Evangelio según San Juan 16,12-15.

Aún tengo muchas cosas que decirles, pero es demasiado para ustedes por ahora.
Y cuando venga él, el Espíritu de la Verdad, los guiará en todos los caminos de la verdad. El no viene con un mensaje propio, sino que les dirá lo que escuchó y les anunciará lo que ha de venir.
El tomará de lo mío para revelárselo a ustedes, y yo seré glorificado por él.
Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso les he dicho que tomará de lo mío para revelárselo a ustedes.»


Solemnidad de la Santísima Trinidad
Leer el comentario del Evangelio por 
Simeón el Nuevo Teólogo (c 949-1022), monje griego 
Himno 21; SC 174



“Todo lo que pertenece a mi Padre es mío”

Tú brillaste, te manifestaste como una luz de gloria
la luz inalcanzable de tu esencia, Salvador,
y tú iluminaste un alma hundida en las tinieblas...
Iluminados por la luz del Espíritu,
los hombres miran al Hijo, ven al Padre
y adoran a la Trinidad de Personas, al Dios único...
Porque el Señor (Cristo) y el Espíritu (2Corintios 3,17),
el Espíritu también es Dios, el Padre del Señor,
seguro que es un solo Espíritu, porque no está dividido.
Aquel que lo posee, posee realmente los tres
pero sin duda...
Porque el Padre existe ¿y cómo será el hijo?
Ya que él fue unigénito por esencia.
Ahí está el hijo ¿y cómo se volverá Espíritu?
El Espíritu es Espíritu - ¿y cómo aparecerá el Padre?


El Padre es Padre, porque produce constantemente...
El Hijo es Hijo porque constantemente es engendrado
y fue engendrado antes de todos los tiempos.
Él surge sin ser cortado de raíz.
Pero a la vez es una parte sin ser separado
y se hace uno con el Padre que está Vivo,
y él mismo es Vida y da la vida a todos (Juan 14,6:10,28).
Todo lo que tiene el Padre, el Hijo también lo tiene.
Todo lo que tiene el Hijo, el Padre también lo tiene.
Vemos que el Padre en todo se parece al Hijo,
solo que uno engendra y el otro es engendrado constantemente...
¿Cómo surge el hijo del Padre? Como la palabra sale del espíritu.
¿Cómo fue separado? Como la voz lo es de la palabra.
¿Cómo tomó un cuerpo? Como la palabra que escribimos...


¿Cómo darle un nombre al Creador de todo?
Nombres, acciones, expresiones,
todo vino al mundo bajo la orden de Dios
porque él le dio nombre a sus obras
y a cada realidad su apelación propia...
Pero su nombre nunca lo hemos conocido
si no que es “Dios inexplicable” como dice la Escritura (Génesis 32,30).
Entonces, si Él es inexplicable, si no tiene nombre,
si es invisible, si es misterioso,
si es inaccesible, solo más allá de toda palabra,
más allá del pensamiento no solamente humano
sino también aquel de los ángeles,
“Envuelto en un manto de oscuridad” (Salmos 17,12).
Todo el resto, aquí abajo pertenece a las tinieblas
pero él mismo, como la luz, está más allá de las tinieblas.



domingo, 19 de mayo de 2013

¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68


El Espíritu Santo sobre los apóstoles
Juan 20, 19-23. Pentecostes. El Espíritu Santo es todo: el fuego de la fe, del amor, de la fuerza y de la vida.
 
El Espíritu Santo sobre los apóstoles
Del santo Evangelio según san Juan 20, 19-23 

Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros». Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: «La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío». Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».


Oración introductoria 

Ven, Espíritu Santo, llena mi corazón y enciende el fuego de tu amor. Envía tu Espíritu Creador y renueva la faz de la tierra. Oh Dios, que has iluminado los corazones de tus hijos con la luz del Espíritu Santo; hazme dócil a tus inspiraciones para gustar siempre el bien y gozar de su consuelo. Por Cristo nuestro Señor. 

Petición 

Espíritu Santo, mira mi vacío si Tú faltas, por eso te suplico vengas hacer en mi tu morada. 

Meditación del Papa 

Finalmente, el Evangelio de hoy nos entrega esta bellísima expresión: "Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor". Estas palabras son profundamente humanas. El Amigo perdido está presente de nuevo, y quien antes estaba turbado se alegra. Pero dicen mucho más. Porque el Amigo perdido no viene de un lugar cualquiera, sino de la noche de la muerte; ¡y la ha atravesado! No es uno cualquiera, sino que es el Amigo y al mismo tiempo Aquel que es la Verdad y que hace vivir a los hombres; y lo que da no es una alegría cualquiera, sino la propia alegría, don del Espíritu Santo. Sí, es hermoso vivir porque soy amado, y es la Verdad la que me ama. Se alegraron los discípulos, viendo al Señor. Hoy, en Pentecostés, esta expresión está destinada también a nosotros, porque en la fe podemos verle; en la fe Él viene entre nosotros, y también a nosotros nos enseña las manos y el costado, y nosotros nos alegramos. Por ello queremos rezar: ¡Señor, muéstrate! Haznos el don de tu presencia y tendremos el don más bello, tu alegría. Amén. Benedicto XVI, 12 de junio de 2011. 

Reflexión 

En cierta ocasión se encontraba una maestra en clase de religión con sus alumnos de tercero de primaria. Y les pregunta: - "Quién de ustedes me sabe decir quién es la Santísima Trinidad?" Y uno de los niños, el más despierto, grita: - "¡Yo, maestra! La Santísima Trinidad son el Padre, el Hijo ¡y... la Paloma!" 

Para cuántos de nosotros el Espíritu Santo es precisamente eso:¡una paloma! De esa forma descendió sobre Cristo el día de su bautismo en el Jordán y así se le ha representado muchas veces en el arte sagrado. Pero ¡el Espíritu Santo no es una paloma! ¿Cómo se puede tener un trato humano, profundo y personal con un animalito irracional? La paloma es, a lo mucho, un bello símbolo de la paz, y nada más. Y, sin embargo, el Espíritu Santo es la tercera Persona de la Trinidad Santísima y Dios verdadero. 

En la solemnidad de hoy celebramos la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles el día de Pentecostés. Pero en las lecturas de la Misa de hoy nos volvemos a encontrar con la misma dificultad de antes: el problema del lenguaje. En el pasaje de los Hechos de los Apóstoles se nos narra que el Espíritu Santo bajó del cielo "en forma de un viento impetuoso que soplaba". ¡Otra imagen! Como el viento que mandó Dios sobre el Mar Rojo para secarlo y hacer pasar a los israelitas por en medio del mar, liberándolos de la esclavitud del faraón y de Egipto (Ex 14, 21-31); o como ese viento que el mismo Dios hizo soplar sobre un montón de huesos áridos para traerlos a la vida, según nos refiere el profeta Ezequiel (Ez 37, 1-14). El mismo Cristo en el Evangelio de hoy usa también la imagen del viento para hablarnos del Espíritu Santo: "Jesús sopló sobre ellos y les dijo: Reciban el Espíritu Santo". La misma palabra espíritu significa, etimológicamente, viento: procede del latín, spíritus (del verbo spiro, es decir soplar). El vocablo hebreo, ruah, tiene el mismo significado. Y la palabra latina que se usaba para decir alma era ánima, que a su vez viene del griego ánemos, viento. 

El libro del Génesis nos narra que, cuando Dios creó al hombre modelándolo del barro, "le sopló en las narices y así se convirtió en un ser vivo" (Gén 2,7). Por eso también Cristo, como el Padre, sopla su Espíritu sobre sus apóstoles para transmitirles la vida. Sin el aliento 
vital nada existe. Así como el cuerpo sin el alma es un cadáver, el hombre sin el Espíritu Santo está muerto y se corrompe. Por eso, en la profesión de fe, decimos que "creemos en el Espíritu Santo, que es Señor y Dador de vida". ¿Y cómo nos comunica esa vida? Cristo lo dice a continuación: "a quienes les perdonen los pecados, les quedan perdonados..." Es la vida de la gracia santificante, que producen los sacramentos: el bautismo, la confesión, la Eucaristía y los otros cuatro. Él es el Espíritu Santificador, que da vida, alienta todo y "anima" todo. Es esto lo que Cristo nos quiere significar con esta imagen del viento. 

En la Sagrada Escritura se nos habla del Espíritu Santo a través de muchas otras imágenes, dada nuestra pobre inteligencia humana, incapaz de abarcar y de penetrar en el misterio infinito de Dios. En la primera lectura misma que acabamos de referir, se nos dice que descendió "como lenguas de fuego" que se posaban sobre cada uno de los discípulos. 

La imagen del fuego es también riquísima a lo largo de toda la Biblia. Es el símbolo de la luz, del calor, de la energía cósmica, de la fuerza. El Espíritu Santo es todo eso: el fuego de la fe, del amor, de la fuerza y de la vida. 

Pero, además de las mil representaciones, el Espíritu Santo es, sobre todo, DIOS. Es Persona divina, como el Padre y el Hijo. Es el Dios-Amor en Persona, que une al Padre y al Hijo en la intimidad de su vida divina por el vínculo del amor, que es Él mismo. Vive dentro de nosotros, como el mismo Cristo nos aseguró: "Si alguno me ama, guardará mi palabra y mi Padre lo amará, y vendremos a hacer en él nuestra morada" (Jn 14,23). 

Podemos decir que una persona que amamos vive dentro de nosotros por el amor. Y si esto es posible en el amor humano, con mucha mayor razón lo es para Dios. El Espíritu Santo y la Trinidad Santísima viven dentro de nosotros por el amor, la fe, la vida de gracia, los sacramentos y las virtudes cristianas. El "dulce Huésped del alma" es otro de sus nombres; y san Pablo nos recuerda: "¿No saben que son templos de Dios y que el Espíritu Santo habita dentro de ustedes?" (I Cor 3,16). 

Podríamos decir tantísimas cosas del Espíritu Santo y nunca acabaríamos. Pero lo más importante no es saber mucho, sino dejar que Él viva realmente dentro de nosotros. Y esto será posible sólo si le dejamos cabida en nuestro corazón a través de la gracia santificante: donde reina el pecado no hay vida. Es imposible que convivan juntos el día y la noche, o la vida y la muerte. Dios vivirá en nosotros en la medida en que desterremos el pecado y los vicios para que Él verdaderamente sea el único Señor de nuestra existencia. ¿Por qué no comienzas ya desde este mismo momento? 



EL HIMNO AL ESPIRITU SANTO 




Ven Espíritu Creador, 
visita las almas de tus fieles, 
Llena de gracia celestial 
Los pechos que tu creaste. 


Te llaman Paráclito, 
Don de Dios altísimo, 
Fuente viva, fuego, amor 
Y unción espiritual. 


Tú, don septenario, 
Dedo de la diestra del Padre, 
Por ]El prometido a los hombres 
Con palabras solemnes. 


Enciende luz a los sentidos 
Infunde amor en los corazones, 
Y las debilidades de nuestro cuerpo 
Conviértelas en firme fortaleza. 


Manda lejos al enemigo, 
Y danos incesantemente la paz, 
Para que con tu guía 
Evitemos todo mal. 


Danos a conocer al Padre, 
Danos a conocer al Hijo 
Y a Ti, Espíritu de ambos, 
Creamos en todo tiempo. 


Que la gloria sea para Dios Padre, 
Y para el Hijo, de entre los muertos 
Resucitado, y para el Paráclito, 
Por los siglos de los siglos. Amén. 



sábado, 18 de mayo de 2013

MOMENTOS QUE VIVIMOS EN EL SEMINARIO DE VIDA...(PART 1)

CON NANCY ALVERO: " EL AMOR DE DIOS"







SEGUNDO DÍA CON EL PADRE LUIS SANJINES Y  LA GALLEGA: PECADO Y SALVACIÓN















domingo, 12 de mayo de 2013

¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68


La Ascensión del Señor
Lucas 24, 46-53. Solemnidad de La Ascensión Ciclo C. De nosotros depende que este reino sea grande, Jesús nos está esperando.
                                                     
Del santo Evangelio según san Lucas 24, 46-53 

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Así estaba escrito que el Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos al tercer día y se predicara en su nombre la conversión para perdón de los pecados a todas las naciones, empezando desde Jerusalén. Vosotros sois testigos de estas cosas. Mirad, y voy a enviar sobre vosotros la Promesa de mi Padre. Por vuestra parte permaneced en la ciudad hasta que seáis revestidos de poder desde lo alto. Los sacó hasta cerca de Betania y, alzando sus manos, los bendijo. Y sucedió que, mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo. Ellos, después de postrarse ante Él, se volvieron a Jerusalén con gran gozo, y estaban siempre en el Templo bendiciendo a Dios. 

Oración introductoria 

Señor, aumenta mi fe y mi amor a Ti y a los demás. Ayúdame a vivir esperando el día en que me introduzcas por la puerta grande del amor, por la puerta del Cielo, más allá de todas mis expectativas. Que esta oración me ayude a seguir esperando con fe y entrega esforzada la llegada de ese día. 

Petición 

Señor, dame la gracia de confiar siempre en tu Palabra. 

Meditación del Papa 

La Ascensión nos dice que en Cristo nuestra humanidad es llevada a las alturas de Dios; así cada vez que rezamos, la tierra se une con el Cielo. Y como el incienso cuando se quema hace subir hacia lo alto su humo suave y perfumado, así cuando elevamos al Señor nuestra fervorosa oración llena de confianza a Cristo, esta atraviesa los cielos y alcanza el Trono de Dios, y es por Él escuchada y satisfecha. En la célebre obra de san Juan de la Cruz, Subida del Monte Carmelo, leemos que para "ver realizados los deseos de nuestro corazón no hay nada mejor que poner la fuerza de nuestra oración en lo que más le gusta a Dios. Entonces Él no nos dará solamente lo que le pedimos, o sea la salvación, sino también lo que Él ve que sea conveniente y bueno para nosotros, aún si no se lo pedimos". Supliquemos a la Virgen María para que nos ayude a contemplar los bienes celestiales que el Señor nos promete, y a volvernos testimonios siempre más creíbles de la vida divina.(Benedicto XVI, 20 de mayo de 2012). 

Reflexión 

La Ascensión es sin duda un misterio de la vida de Cristo poco meditado. Sin embargo, adquiere especial consideración porque es parte de la resurrección de Cristo. No se entendería la resurrección sin la ascensión. De entre las muchas enseñanzas de la Ascensión podríamos considerar estas dos: Cristo fue levantado de la tierra para atraer a todos hacia Él (Jn 12, 32) y para sentarse a la derecha del Padre, como profesamos en la oración del credo cada domingo o con mayor frecuencia. 

La elevación de Cristo en la cruz significa y anuncia la elevación en la Ascensión al cielo. (Catecismo de la Iglesia Católica no.662) Por ello encontramos en la cruz el inicio de su ascensión. Y todo con este único fin, atraer a todos lo hombres hacia Él. Jesús aceptó subir a la cruz para mantenernos unidos a Él, para que ninguno se perdiera. He aquí la grande y única aspiración de Cristo en la tierra. Su amor a cada hombre incluso por los que se resistirían a creer en Él. Sin embargo, así como aceptó subir a la cruz, sube al cielo para que disfrutemos de su gloria. Como lo hicieron sus apóstoles que después de verlo resucitado lo fueron a adorar al cenáculo. Nosotros, ¿cuándo fue la última vez dirigimos una oración de alabanza, de gloria, de adoración como lo hicieron los apóstoles? 

Por otro lado, que Jesús esté sentado a la derecha del Padre nos quiere decir que a partir de ese momento Cristo inaugura el reino de Dios. Reino que no será destruido jamás. Reino que nunca pasará. Imperio que es eterno. Cada cristiano pertenece a este reino. De nosotros depende que este reino sea grande. Expandiéndolo por medio de la palabra de Cristo; y que sea fuerte en una unión monolítica por medio de la caridad, del perdón de la paciencia. Tal como la respondió Cristo a quienes le crucificaron. 

Diálogo con Cristo 

Jesús, nos has revelado el inmenso amor que el Padre tiene por todos. Ayúdame a nunca dudar de su amor por mí. Ayúdame a responder a su amor con la fidelidad a su voluntad y con la práctica de la caridad exquisita con aquellos que están más cerca de mí. 

Propósito 

Antes o después de la santa Misa, preferentemente en familia, hacer una visita al Sagrario. 

domingo, 5 de mayo de 2013

EL EVANGELIO Y SU PENSAMIENTO

Evangelio según San Juan 14,23-29. 

Jesús le respondió: «Si alguien me ama, guardará mis palabras, y mi Padre lo amará. Entonces vendremos a él para poner nuestra morada en él.
El que no me ama no guarda mis palabras; pero el mensaje que escuchan no es mío, sino del Padre que me ha enviado.
Les he dicho todo esto mientras estaba con ustedes.
En adelante el Espíritu Santo, el Intérprete que el Padre les va a enviar en mi Nombre, les enseñará todas las cosas y les recordará todo lo que yo les he dicho.
Les dejo la paz, les doy mi paz. La paz que yo les doy no es como la que da el mundo. Que no haya en ustedes angustia ni miedo.
Sa ben que les dije: Me voy, pero volveré a ustedes. Si me amaran, se alegrarían de que me vaya al Padre, pues el Padre es más grande que yo.
Les he dicho estas cosas aho ra, antes de que sucedan, para que cuando sucedan ustedes crean.

Leer el comentario del Evangelio por  Beato Juan Pablo II (1920-2005), papa 
Encíclica “Dominum et vivificantem”, § 24 (trad. © Libreria Editrice Vaticana)

“El Defensor, el Espíritu Santo... os recordará todo lo que os he dicho”

Cristo, que “había entregado el espíritu en la cruz” (Jn 19,30) como Hijo del hombre y Cordero de Dios, una vez resucitado va donde los apóstoles para “soplar sobre ellos” (Jn 20,22)... La venida del Señor llena de gozo a los presentes: “Su tristeza se convierte en gozo” (cf Jn 16,20), como ya había prometido antes de su pasión. Y sobre todo se verifica el principal anuncio del discurso de despedida: Cristo resucitado, como si preparara una nueva creación, “trae” el Espíritu Santo a los apóstoles. Lo trae a costa de su “partida”; les da este Espíritu como a través de las heridas de su crucifixión: “les mostró las manos y el costado”. En virtud de esta crucifixión les dice: “Recibid el Espíritu Santo”. 

Se establece así una relación profunda entre el envío del Hijo y el del Espíritu Santo. No se da el envío del Espíritu Santo (después del pecado original) sin la Cruz y la Resurrección: “Si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito” (Jn 16,7). Se establece también una relación íntima entre la misión del Espíritu Santo y la del Hijo en la Redención. La misión del Hijo, en cierto modo, encuentra su “cumplimiento” en la Redención: “Recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros” (Jn 16,15). La Redención es realizada totalmente por el Hijo, el Ungido, que ha venido y actuado con el poder del Espíritu Santo, ofreciéndose finalmente en sacrificio supremo sobre el madero de la Cruz. Y esta Redención, al mismo tiempo, es realizada constantemente en los corazones y en las conciencias humanas —en la historia del mundo— por el Espíritu Santo, que es el “otro Paráclito” (Jn 14,16).

miércoles, 1 de mayo de 2013

FELIZ DÍA DEL TRABAJO Y DEL TRABAJADOR!!!

Una de las reivindicaciones básicas de los trabajadores es la jornada de 8 horas. El hacer valer la máxima: «ocho horas para el trabajo, ocho horas para el sueño y ocho horas para la casa»