martes, 26 de abril de 2011

Una ampolla con sangre de Juan Pablo II será expuesta como reliquia por beatificación

La Oficina de Prensa de la Santa Sede informó esta mañana que los miles de fieles que lleguen al Vaticano este fin de semana para asistir a la ceremonia de beatificación del Papa Juan Pablo II podrán venerar como reliquia del futuro beato una pequeña ampolla de sangre.
La reliquia que será expuesta a la veneración de los fieles, en ocasión de la beatificación del Papa Juan Pablo II, es una pequeña ampolla de sangre, insertada en el precioso relicario que la Oficina de las Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice ha hecho preparar para este momento solemne y entrañable, según sostiene un comunicado de la Oficina.
El texto explica que el personal médico a cargo del cuidado del Papa en sus últimos días realizó extracciones de sangre para ponerla a disposición del Centro de Transfusiones del Hospital Bambino Gesú –a cargo del servicio médico papal-, en vista de una eventual transfusión.
Según detalla Radio Vaticana, sin embargo, no se realizó ninguna transfusión y la sangre extraída quedó conservada en cuatro pequeños contenedores. Dos de los cuales quedaron a disposición del secretario particular del Papa Juan Pablo II, cardenal Dziwisz, y los otros dos han permanecido en el citado hospital, devotamente custodiados por las religiosas de este centro. Precisamente éstos son los que han sido colocados en dos relicarios.
Uno será presentado a la veneración de los fieles, en ocasión de la ceremonia de Beatificación, del uno de mayo, y luego se conservará en el Sacrario, a cargo de la Oficina de las Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice, junto con otras importantes reliquias. El segundo se volverá a entregar al hospital pediátrico romano Bambino Gesú, cuyas religiosas, como se ha dicho, habían custodiado esta preciosa reliquia en estos años. La sangre se encuentra en estado líquido, circunstancia que se explica por la presencia de una sustancia anticoagulante, presente en las probetas en el momento de la extracción.



domingo, 24 de abril de 2011

Evangelio de fin de semana

¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
domingo 24 Abril 2011. Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor. Santo(s) del día : San Fidel de Sigmaringa

Evangelio según San Juan 20,1-9.

El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada. Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto". Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes. Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró.
Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo, y también el sudario que había cubierto su cabeza; este no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte. Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó. Todavía no habían comprendido que, según la Escritura, él debía resucitar de entre los muertos.

Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.

Leer el comentario del Evangelio por : San Máximo de Turín (?-v. 420), Obispo . Sermón 36; PL 57, 605

"Este es el día que actuó el Señor" (Sal 117,24)

Manifestemos nuestra alegría, hermanos, hoy como ayer. Si las sombras de la noche han interrumpido nuestras fiestas, el día santo no ha terminado...: la claridad que propaga la alegría del Señor es eterna. Cristo nos iluminó ayer y hoy todavía resplandece su luz. "Jesucristo es el mismo ayer y hoy", dice el bienaventurado apóstol Pablo (Heb 13,8). Sí, para nosotros Cristo ha nacido. Para nosotros ha nacido hoy, según lo anunciado por Dios por boca de David:"Tú eres mi hijo, yo te he engendrado hoy" (Sal 2,7). ¿Qué significa esto? Que Él no engendró a su hijo un día, sino que ha engendrado el día y la luz al mismo tiempo...

Sí, Cristo es nuestro hoy: esplendor vivo y sin disminución, Él no deja de alumbrar el mundo (He 1.3) y este incendio eterno parece no ser sólo de un día. "Mil años en tu presencia son un ayer que pasó", exclamó el profeta (Sal 89,4). Sí, Cristo es ese día único porque única es la eternidad de Dios. Él es nuestro hoy: el pasado, huyó, se escapó; el futuro desconocido no tiene secretos para él. Luz soberana, abrazó todo, lo sabe todo, en todo tiempo está presente y lo posee todo. Antes que él, el pasado no se puede derrumbar, ni el futuro eludir... Hoy no es sólo el tiempo donde la carne nació de la Virgen María, ni sólo donde la divinidad, sale de la boca de Dios su Padre, sino el tiempo donde ha resucitado de entre los muertos: "Él ha resucitado a Jesús, dice el apóstol Pablo; Así está escrito en el Salmo segundo: "Tú eres mi Hijo; "Yo te he engendrado hoy'" (Hechos 13,33).

Verdaderamente, Él es nuestro hoy, cuando, al salir de oscura noche del infierno, abrazó a los hombres. Realmente, Él es nuestro día, al que no pudieron oscurecer los ataques de sus enemigos. Ningún día mejor que este día para acoger la luz: a todos los muertos, les ha dado el día y la vida. El hombre viejo nos llevó a la muerte; Él nos ha resucitado con la fuerza de su hoy.

domingo, 17 de abril de 2011

Inicia la Semana Santa. ( 17-4-11 )


EL DOMINGO DE RAMOS:

El domingo de Ramos inicia la Semana Santa, una semana de una enorme densidad religiosa. Nuestros espíritus entienden que están llegando a lo “esencial” de nuestra fe cristiana. Por eso este domingo especial siempre tiene como lectura evangélica, nada menos que la narración de la Pasión según alguno de los evangelios. En este caso, este año, tenemos la lectura de la Pasión en la versión de San Lucas. Puede ser interesante señalar las particularidades que tiene San Lucas en su narración, y que no tienen los otros evangelistas. No voy a recorrer todas las particularidades, sino las más saltantes. Sólo él narra en el momento de la oración del huerto la presencia de un ángel que viene a confortarlo. ¿Tendrá esto alguna relación con el ángel que anuncia a María la Encarnación? (también esta narración es sólo de San Lucas). ¿Será la Anunciación de la Obra Salvadora, para confortar a Jesús orante? Pero además sólo él indica que en esa oración tan dramática, llegó Jesús a sudar gotas de sangre: es el comienzo del derramamiento total de la sangre salvadora. El también es el único que indica en el momento de la captura de Jesús, que después de que le cortaron la oreja al siervo del sumo sacerdote, Jesús que está acorralado por sus captores, se la curó. Algunos ven en éste y en otros detalles al médico observador que era San Lucas. En el juicio a Jesús, él narra (no lo hacen los demás) el juicio de Herodes, ante el cuál Jesús guarda un silencio significativo. Es considerado como loco por no querer ser un espectáculo que hace milagros a pedido. Pero este hecho sirve para la reconciliación de dos que eran enemigos, Herodes y Pilatos: la reconciliación de dos enemigos ¿fruto de la Pasión? Mientras Jesús carga la cruz camino del Calvario, Lucas nos narra el encuentro de Jesús con las piadosas mujeres, que quieren ofrecerle un consuelo sentimental, y que Jesús convierte en un mensaje de llamada a la conversión. Al llegar a la crucifixión. Cristo está entre dos ladrones, y Lucas introduce el diálogo entre el buen ladrón y Jesús, anunciando a éste su inminente salvación: “hoy estarás conmigo en el paraíso”. Son varios los detalles narrados en particular por San Lucas, que nos adelantan el fruto de la Redención. Y finalmente para San Lucas, lo último que dice Jesús es “Padre en tus manos encomiendo mi espíritu”. Todas estas particularidades de San Lucas, señalan algunos aspectos de la meditación de este evangelista, sobre el drama de la Pasión: Jesús está manifestando su bondad especial en ese momento decisivo de su vida. Ahora se muestra especialmente como Salvador: por eso cura al enemigo herido en la oreja; quiere hacer recapacitar a Herodes con un silencio majestuoso; y también como Salvador hace reflexionar a las buenas mujeres sobre la verdadera compasión. Concede la salvación inesperada a uno de los criminales que comparten con Él el suplicio de la Cruz. Esto por la parte de Jesús: El está muriendo por nuestra salvación, pues para eso va a morir, y manifiesta con esas acciones, la realidad de esta salvación, que nos llega a todos nosotros, y que va dirigida a todos los aspectos de nuestra vida que necesitan salvación. Y por la parte del Padre, cuya voluntad está cumpliendo Jesús, se expresa el amor infinito que existe entre Padre e Hijo. La Pasión es el plan de Dios, pero no es un suplicio, sino un acto de amor: “tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su único Hijo”. Y en esos momentos le manda el consuelo a su Hijo, en la desolación de la oración del Huerto, enviando al ángel consolador, y recibe a su Hijo, al morir, recogiendo con ternura su espíritu, cuando todo el drama y el sufrimiento se ha consumado.
Esos son los aspectos a meditar en esta narración de San Lucas: la bondad y misericordia de Jesús, que quiere curar nuestras enfermedades, nuestras equivocaciones para darnos finalmente la salvación. Y además se quiere dejar bien establecido que el Padre ama al Hijo, que lo ama sin límites, incluso cuando Cristo parecería abandonado; y con El nos ama a todos nosotros, y por eso hace que se realice la Redención de esta forma tan maravillosa. La Pasión tiene así este mensaje: Dios nos ama, y Jesús nos salva, subrayando así el amor de Dios. Agradecemos al P. Adolfo Franco, S.J. por su colaboración.

Evangelio de fin de semana


domingo 17 Abril 2011.
Domingo de Ramos en la Pasión del Señor A. Santo(s) del día : Santa Caterina (Kateri) Tekakwitha, Beata Mariana de Jesús

Evangelio según San Mateo 26,14-75.27,1-66.

Entonces uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes
y les dijo: "¿Cuánto me darán si se lo entrego?". Y resolvieron darle treinta monedas de plata.
Desde ese momento, Judas buscaba una ocasión favorable para entregarlo.
El primer día de los Acimos, los discípulos fueron a preguntar a Jesús: "¿Dónde quieres que te preparemos la comida pascual?".
El respondió: "Vayan a la ciudad, a la casa de tal persona, y díganle: 'El Maestro dice: Se acerca mi hora, voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos'".
Ellos hicieron como Jesús les había ordenado y prepararon la Pascua.
Al atardecer, estaba a la mesa con los Doce
y, mientras comían, Jesús les dijo: "Les aseguro que uno de ustedes me entregará".
Profundamente apenados, ellos empezaron a preguntarle uno por uno: "¿Seré yo, Señor?".
El respondió: "El que acaba de servirse de la misma fuente que yo, ese me va a entregar.
El Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre será entregado: más le valdría no haber nacido!".....


Leer el comentario del Evangelio por : San Beda el Venerable (v. 673-735), monje, doctor de la Iglesia
Sermón n° 23

"Este es el cordero de Dios que quita el pecado del mundo" (Jn 1,29)

Alrededor del cordero de Dios se eleva el hosanna del pueblo: aquellos que instan a la multitud alabándolo con una sola y misma confesión de fe: "Hosanna al hijo de David! (21,9 Mt) Ya en este elogio se hace eco el coro de los Santos que canta: "La salvación es de nuestro Dios que está sentado en el trono y del Cordero". (Ap 7.10) Él va allí todos los días donde dará su enseñanza final (Lc 20,47). Es aquí donde va a consumar el sacramento de la Pascua judía, observada fielmente hasta entonces. Él mismo dará la Pascua nueva a los suyos cuando, saliendo del Monte de los Olivos, será puesto a prueba por sus enemigos y crucificado al día siguiente. Como cordero Pascual, llevado hoy al lugar cercano de su pasión y cumpliendo la profecía de Isaías: "como oveja, llevada al matadero, como un cordero ante el esquilador" (53,7).
Cinco días antes de su pasión, quiere llegar a la ciudad; Esto demuestra que él es el cordero inmaculado, que viene a quitar el pecado del mundo (Jn 1,29); Es el cordero Pascual, que inmolado, libera al nuevo Israel de la esclavitud de Egipto (Ex 12); Es cinco días antes de su pasión, cuando sus enemigos deciden su muerte de manera irreversible. Hoy, esto significa que nos canjea a todos por su sangre (Ap 5,9); Hoy, en la alegría y júbilo de un pueblo que lo rodea y que lo aclama, entra en el templo de Dios (Mt 21.12). El «mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús» (1Tm 2.5) sufrirá por la salvación del género humano: es por esto por lo que descendió del cielo a la tierra, y ahora quiere acercarse al lugar de su pasión. Así será evidente para todos que él va a sufrir la pasión por su propia voluntad, no a la fuerza.

viernes, 15 de abril de 2011

UN TOQUE DE HUMOR, JA,JA,JA



¡La seguera espiritual!





jueves, 14 de abril de 2011

MENSAJES PARA TI





  1. Respira la belleza de la vida. No se comprara con nada. ¿Estás triste, preocupado, enojado, o te sientes solo? Aunque el dolor forma parte de todas esas sensaciones, no podrías siquiera comprender el concepto de dolor, si no tuvieses la capacidad de experimentar alegría. ¡Cuán absolutamente maravillosa es la experiencia de sentirse vivo este mismísimo día! No importa cuántos hayas vivido antes, cada nuevo día llega repleto de sus propias posibilidades doradas. Hoy, ciertamente, no es una excepción. Aunque las circunstancias distan mucho de ser perfectas, constituyen una preocupación menor si se comparan con la sobrecogedora experiencia de estar vivo y pudiendo explorar tus innumerables posibilidades. Enfrenta los desafíos, vive las alegrías, y ten siempre presente que cada instante de ellas es un tesoro sin igual.

miércoles, 13 de abril de 2011

Testimonio de Jóvenes RCCE - ¡Decídete a Vivir! (02)

OREMOS JUNTOS.

Oración de perdón


"Señor me hirieron y conspiraron contra mí, pero en obediencia a Tú mandamiento yo perdono a cada persona que me hirió de ese manera. Voluntariamente los perdono (nombre a la personas tanto vivos como muertes). Te pido Señor que bendigas a cada una de esas personas; yo las amo con Tú amor, y les pido que también me perdonen. Porque Tú me perdonaste yo también me perdono y me acepto en el Nombre de Jesucristo. La maldición de falta de perdón ya no tiene poder en mi vida."

martes, 12 de abril de 2011

El Papa sostiene que Europa se ha olvidado de sus raíces cristianas

Benedicto XVI ha declarado que "está de moda tener amnesia y negar las evidencias históricas" y ha destacado que "afirmar que Europa no tiene raíces cristianas equivale a decir que el hombre puede vivir sin oxígeno ni nutrición", en un discurso dirigido al nuevo embajador de Croacia, Filip Vucak, que ha sido recibido esta mañana en el Vaticano.
El Pontífice ha exhortado a los cristianos a "no avergonzarse de reclamar y sostener la verdad" y de rechazar "lo que es contrario a la verdad".
El Papa viajará a Croacia los días 4 y 5 de junio de este año y ha recordado que es la primera vez que viaja como Pontífice al país, aunque ya lo había visitado como cardenal.
Benedicto XVI ha subrayado que está convencido de que el pueblo croata "sabrá defender su propia identidad con convicción y orgullo" para evitar "nuevos obstáculos que se presentarán" y que "bajo el pretexto de una libertad religiosa mal comprendida, son contrarios al derecho natural, a la familia y a la moral".



domingo, 10 de abril de 2011

Evangelio de fin de semana

¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68

domingo 10 Abril 2011. V Domingo de Cuaresma A. Santo(s) del día : San Ezequiel (Profeta)

Evangelio según San Juan 11,1-45.

Había un hombre enfermo, Lázaro de Betania, del pueblo de María y de su hermana Marta. María era la misma que derramó perfume sobre el Señor y le secó los pies con sus cabellos. Su hermano Lázaro era el que estaba enfermo. Las hermanas enviaron a decir a Jesús: "Señor, el que tú amas, está enfermo". Al oír esto, Jesús dijo: "Esta enfermedad no es mortal; es para gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella". Jesús quería mucho a Marta, a su hermana y a Lázaro. Sin embargo, cuando oyó que este se encontraba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba. Después dijo a sus discípulos: "Volvamos a Judea". Los discípulos le dijeron: "Maestro, hace poco los judíos querían apedrearte, ¿quieres volver allá?". Jesús les respondió: "¿Acaso no son doce las horas del día? El que camina de día no tropieza, porque ve la luz de este mundo; en cambio, el que camina de noche tropieza, porque la luz no está en él". Después agregó: "Nuestro amigo Lázaro duerme, pero yo voy a despertarlo". Sus discípulos le dijeron: "Señor, si duerme, se curará". Ellos pensaban que hablaba del sueño, pero Jesús se refería a la muerte. Entonces les dijo abiertamente: "Lázaro ha muerto, y me alegro por ustedes de no haber estado allí, a fin de que crean. Vayamos a verlo". Tomás, llamado el Mellizo, dijo a los otros discípulos: "Vayamos también nosotros a morir con él". Cuando Jesús llegó, se encontró con que Lázaro estaba sepultado desde hacía cuatro días. Betania distaba de Jerusalén sólo unos tres kilómetros. Muchos judíos habían ido a consolar a Marta y a María, por la muerte de su hermano. Al enterarse de que Jesús llegaba, Marta salió a su encuentro, mientras María permanecía en la casa. Marta dijo a Jesús: "Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Pero yo sé que aun ahora, Dios te concederá todo lo que le pidas". Jesús le dijo: "Tu hermano resucitará". Marta le respondió: "Sé que resucitará en la resurrección del último día". Jesús le dijo: "Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?". Ella le respondió: "Sí, Señor, creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que debía venir al mundo". Después fue a llamar a María, su hermana, y le dijo en voz baja: "El Maestro está aquí y te llama". Al oír esto, ella se levantó rápidamente y fue a su encuentro. Jesús no había llegado todavía al pueblo, sino que estaba en el mismo sitio donde Marta lo había encontrado. Los judíos que estaban en la casa consolando a María, al ver que esta se levantaba de repente y salía, la siguieron, pensando que iba al sepulcro para llorar allí. María llegó a donde estaba Jesús y, al verlo, se postró a sus pies y le dijo: "Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto". Jesús, al verla llorar a ella, y también a los judíos que la acompañaban, conmovido y turbado, preguntó: "¿Dónde lo pusieron?". Le respondieron: "Ven, Señor, y lo verás". Y Jesús lloró. Los judíos dijeron: "¡Cómo lo amaba!". Pero algunos decían: "Este que abrió los ojos del ciego de nacimiento, ¿no podría impedir que Lázaro muriera?". Jesús, conmoviéndose nuevamente, llegó al sepulcro, que era una cueva con una piedra encima, y dijo: "Quiten la piedra". Marta, la hermana del difunto, le respondió: "Señor, huele mal; ya hace cuatro días que está muerto". Jesús le dijo: "¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?". Entonces quitaron la piedra, y Jesús, levantando los ojos al cielo, dijo: "Padre, te doy gracias porque me oíste. Yo sé que siempre me oyes, pero lo he dicho por esta gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado". Después de decir esto, gritó con voz fuerte: "¡Lázaro, ven afuera!". El muerto salió con los pies y las manos atados con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: "Desátenlo para que pueda caminar".
Al ver lo que hizo Jesús, muchos de los judíos que habían ido a casa de María creyeron en él.

Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.

Leer el comentario del Evangelio por : San Pedro Crisólogo (v. 406-450), Obispo de Rávena, doctor de la Iglesia. Sermón 64; PL 52, 379

« Entonces, Jesús lloró »

"Cuando Jesús vio llorar a María, y que los judíos que llegaron con él estaban llorando, le embargó una profunda emoción..." María llora, los judíos lloran, el mismo Cristo llora. ¿Crees que todos sienten la misma pena? María, la hermana del muerto, llora porque no pudo retener a su hermano, ni evitar la muerte. Ella está bien convencida de la resurrección pero la pérdida de su mejor apoyo, el pensamiento de una falta cruel, la tristeza de una larga separación, son lágrimas que ella no puede evitar... La imagen implacable de la muerte no puede que no nos toque y moleste, cualquiera que sea nuestra fe. Los judíos también lloraron, en recuerdo de su condición mortal, porque no esperan la eternidad...

Un mortal no puede no llorar ante la muerte.

¿Cuál de estas penas siente Cristo? ¿Ninguna? entonces ¿por qué llora? Él dijo: Lázaro está muerto, y me alegro »... Pero he aquí que derrama lágrimas como los mortales, al mismo tiempo que Él difunde una vez más el Espíritu de la vida! Hermanos, este es el hombre: bajo la influencia de la alegría, como bajo el efecto de la pena, derrama las lágrimas ... Cristo no llora en la desolación de la muerte, en recuerdo de la alegría, aquel que por su palabra, una palabra, debe despertar a los muertos a la vida eterna (Jn 5,48) ... ¿Cómo podemos pensar que Cristo lloró por debilidad humana, cuando el Padre Celestial llora a su hijo pródigo, no cuando se marcha, sino a la hora del regreso? (Lucas 15,20) ... Él permitió que Lázaro muriera, porque quería resucitar a un muerto y así mostrar su gloria, permitió que su amigo descendiera a los infiernos para que Dios apareciera, liberando al hombre del infierno.



lunes, 4 de abril de 2011

Evangelio de fin de semana




Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de



vida eterna. Jn 6, 68






domingo 03 Abril 2011. IV Domingo de Cuaresma A



Santo(s) del día : San Juan Brittos, Padre Raniero Cantalamessa

Evangelio según San Juan 9,1-41.

Al pasar, vio a un hombre ciego de nacimiento.
Sus discípulos le preguntaron: "Maestro, ¿quién ha pecado, él o sus padres, para que haya nacido ciego?".
"Ni él ni sus padres han pecado, respondió Jesús; nació así para que se manifiesten en él las obras de Dios.
Debemos trabajar en las obras de aquel que me envió, mientras es de día; llega la noche, cuando nadie puede trabajar.
Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo".
Después que dijo esto, escupió en la tierra, hizo barro con la saliva y lo puso sobre los ojos del ciego,
diciéndole: "Ve a lavarte a la piscina de Siloé", que significa "Enviado". El ciego fue, se lavó y, al regresar, ya veía.
Los vecinos y los que antes lo habían visto mendigar, se preguntaban: "¿No es este el que se sentaba a pedir limosna?".
Unos opinaban: "Es el mismo". "No, respondían otros, es uno que se le parece". El decía: "Soy realmente yo".
Ellos le dijeron: "¿Cómo se te han abierto los ojos?".
El respondió: "Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, lo puso sobre mis ojos y me dijo: 'Ve a lavarte a Siloé'. Yo fui, me lavé y vi".
Ellos le preguntaron: "¿Dónde está?". El respondió: "No lo sé".
El que había sido ciego fue llevado ante los fariseos.
Era sábado cuando Jesús hizo barro y le abrió los ojos.
Los fariseos, a su vez, le preguntaron cómo había llegado a ver. El les respondió: "Me puso barro sobre los ojos, me lavé y veo".
Algunos fariseos decían: "Ese hombre no viene de Dios, porque no observa el sábado". Otros replicaban: "¿Cómo un pecador puede hacer semejantes signos?". Y se produjo una división entre ellos.
Entonces dijeron nuevamente al ciego: "Y tú, ¿qué dices del que te abrió los ojos?". El hombre respondió: "Es un profeta".
Sin embargo, los judíos no querían creer que ese hombre había sido ciego y que había llegado a ver, hasta que llamaron a sus padres
y les preguntaron: "¿Es este el hijo de ustedes, el que dicen que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?".
Sus padres respondieron: "Sabemos que es nuestro hijo y que nació ciego,
pero cómo es que ahora ve y quién le abrió los ojos, no lo sabemos. Pregúntenle a él: tiene edad para responder por su cuenta".
Sus padres dijeron esto por temor a los judíos, que ya se habían puesto de acuerdo para excluir de la sinagoga al que reconociera a Jesús como Mesías.
Por esta razón dijeron: "Tiene bastante edad, pregúntenle a él".
Los judíos llamaron por segunda vez al que había sido ciego y le dijeron: "Glorifica a Dios. Nosotros sabemos que ese hombre es un pecador".
"Yo no sé si es un pecador, respondió; lo que sé es que antes yo era ciego y ahora veo".
Ellos le preguntaron: "¿Qué te ha hecho? ¿Cómo te abrió los ojos?".
El les respondió: "Ya se lo dije y ustedes no me han escuchado. ¿Por qué quieren oírlo de nuevo? ¿También ustedes quieren hacerse discípulos suyos?".
Ellos lo injuriaron y le dijeron: "¡Tú serás discípulo de ese hombre; nosotros somos discípulos de Moisés!
Sabemos que Dios habló a Moisés, pero no sabemos de donde es este".
El hombre les respondió: "Esto es lo asombroso: que ustedes no sepan de dónde es, a pesar de que me ha abierto los ojos.
Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, pero sí al que lo honra y cumple su voluntad.
Nunca se oyó decir que alguien haya abierto los ojos a un ciego de nacimiento.
Si este hombre no viniera de Dios, no podría hacer nada".
Ellos le respondieron: "Tú naciste lleno de pecado, y ¿quieres darnos lecciones?". Y lo echaron.
Jesús se enteró de que lo habían echado y, al encontrarlo, le preguntó: "¿Crees en el Hijo del hombre?".
El respondió: "¿Quién es, Señor, para que crea en él?".
Jesús le dijo: "Tú lo has visto: es el que te está hablando".
Entonces él exclamó: "Creo, Señor", y se postró ante él.
Después Jesús agregó: "He venido a este mundo para un juicio: Para que vean los que no ven y queden ciegos los que ven".
Los fariseos que estaban con él oyeron esto y le dijeron: "¿Acaso también nosotros somos ciegos?".
Jesús les respondió: "Si ustedes fueran ciegos, no tendrían pecado, pero como dicen: 'Vemos', su pecado permanece".


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por : San Efrén (v. 306-373), diácono en Siria, doctor de la Iglesia
Comentario al Diatessaron, 16, 28-31


« Yo he venido a este mundo para un desafío: para que los que no ven puedan ver»



<< Hizo barro con su saliva y la aplicó sobre los ojos del ciego>>Y la luz ha brotado de la tierra, como al principio, como cuando... la tiniebla lo cubría todo y le ordenó a la luz que surgiera de la oscuridad (Gn 1,2-3). Por lo tanto curó un defecto que existía después del nacimiento, para mostrar que Él, da la mano acabando aquello que falta a la naturaleza. Era bueno que le diera la mano a aquellos que había formado en la creación al principio. Y como nos negamos a creer que Él era anterior a Abraham (Jn 8,57), Él ha probado por sus obras que es el Hijo de Aquel que, de su mano, << forma de tierra al primer Adán>>. (Gn 2,7).
Él hace esto para aquellos que buscan milagros a fin de creer: "Los judíos buscan milagros" (1Co 1,22). No es la piscina de Siloé lo que ha abierto los ojos del ciego, como no son las aguas del Jordán las que purifican a Naamán (2R 5,14): es el poder del Señor el que lo hace todo. Por lo tanto, no es el agua de nuestro bautismo, sino el nombre de la Trinidad que se pronuncia sobre ella lo que nos purifica. << Él frotó sus ojos con barro>>, con el fin de que los fariseos limpien la ceguera de su corazón...
Aquellos que vieron la luz material estaban conducidos por un ciego que vio la luz del espíritu; y, en su noche, el ciego estuvo conducido por aquellos que veían externamente, pero eran espiritualmente ciegos.
El ciego ha lavado el barro de sus ojos, y se ha visto a sí mismo; otros han lavado la ceguera de su corazón, y se han examinado a sí mismos. De este modo, abriendo exteriormente los ojos de un ciego, nuestro Señor abre secretamente los ojos de muchos otros ciegos... En estas pocas palabras del Señor están escondidos tesoros admirables, y en esta curación, fue esbozado un símbolo: Jesús, hijo del Creador.

sábado, 2 de abril de 2011

"Juan Pablo II murió, ahora vive para siempre": Testigo recuerda 2 de abril de 2005


Al cumplirse hoy seis años de la muerte del Papa Juan Pablo II, uno de los testigos de su muerte el 2 de abril de 2005 y miembro de la Oficina de Celebraciones Litúrgicas del Pontífice durante 13 años, Mons. Konrad Krajewski, recuerda la fecha y afirma que "Juan Pablo II ha muerto, eso quiere decir que ahora él vive para siempre".

En un artículo publicado en la edición de este 2 de abril en L'Osservatore Romano, Mons. Krajewski recuerda que fue el ahora Cardenal Stanislao Dziwisz, quien fuera por más de 40 años secretario personal del Papa Wojtyla, quien rompió el silencio alrededor del fallecido Pontífice.

"Estábamos de rodillas alrededor de la cama de Juan Pablo II. El Papa yacía en la penumbra. La luz discreta de la lámpara iluminaba la pared, pero se le podía ver bien. Luego el Arzobispo se levantó. Encendió la luz de la recámara, interrumpiendo así el silencio de la muerte de Juan Pablo II".


"Con voz conmovida, pero sorprendentemente firme, con el típico acento montañero, alargando algunas sílabas, comenzó a cantar: 'Te alabamos Dios, te proclamamos Señor'. Parecía una voz que venía del cielo. Todos miramos maravillados a Don Stanislao. Y la luz seguía al canto y las palabras que seguían: 'Oh eterno Padre, toda la tierra te adora...' y nos daba la certeza a cada uno de nosotros".


Mons. Krajewski añade: "Así -pensábamos- nos encontramos ante una realidad totalmente distinta. Juan Pablo II ha muerto, eso quiere decir que ahora él vive para siempre".


"A pesar del corazón sollozante y con el llanto anegando la garganta, pudimos cantar. A cada palabra nuestra voz se hacía más segura y más fuerte. El canto proclamaba: 'Vencedor de la muerte, has abierto a los creyentes el Reino de los Cielos'. Así, con el himno del Te Deum, hemos glorificado a Dios, bien visible y reconocible en la persona del Papa".


En cierto sentido, prosigue el sacerdote, "esta es también la experiencia de todos los que se han encontrado con él durante su pontificado. Quien entraba en contacto con Juan Pablo II se encontraba con Jesús, a quien el Papa mostraba con todo su ser: con la palabra, el silencio, los gestos, el modo de rezar, el modo de actuar en la liturgia, el recogimiento en la sacristía: con todo su modo de ser. Se notaba inmediatamente que era una persona colmada de Dios".


Durante los últimos años de su vida, señala Mons. Krajewski, "bastaba con verlo para descubrir la presencia de Dios, y así comenzar a rezar. Era suficiente para ir a confesarse: no solo por los pecados sino por no ser santos como él".


"Cuando ya no podía caminar bien, durante las celebraciones, y se volvió totalmente dependiente de los ceremonieros, comencé a darme cuenta de que estaba tocando a una persona santa. A veces, entonces, irritaba a los penitenciarios vaticanos porque, antes de cada celebración, iba a confesarme, siguiendo un mandato interior y una fuerte necesidad de recibir la absolución para poder estar a su lado".


Ese 2 de abril de 2005, cuando salió del departamento del Papa en el Palacio Apostólico "vi a una multitud de gente que caminaba en silencio recogido. El mundo se había cerrado, se había arrodillado y había llorado".


"Estaba quien lloraba solo por el hecho de haber perdido a una persona amada y que luego volvía a su casa como había llegado. Y estaba también aquellos, que unía a las lágrimas exteriores las lágrimas interiores y se daba cuenta de que no era adecuado ante el Señor. Este llano era bendito: era el inicio del milagro de la conversión".


El sacerdote recuerda además que entre las tareas que le tocaban también estaba "hacerse cargo del cuerpo del Papa difunto. Lo hice por siete largos días hasta el funeral. Poco después de su muerte, vestí a Juan Pablo II ayudado de tres enfermeros que lo cuidado por largo tiempo".


"Ya había pasado como una hora y media del deceso, y seguían hablándole como si estuvieran hablando con su papá. Antes de vestirlo con las vestimentas propias lo tocaban con amor y reverencia, como si se tratara auténticamente alguien de la familia".


Al comentar luego que cada día celebra la Eucaristía en las Grutas Vaticanas, el sacerdote indica que ve "a los dependientes de la Basílica y a todos los que llegan a trabajar a los distintos dicasterios del Vaticano, que comienzan la jornada con un momento de oración ante la tumba de Juan Pablo II: tocan la lápida y le mandan un beso. Y eso pasa toda la mañana".


Finalmente afirma que "si quisiera indicar lo que es lo más importante para la vida sacerdotal y para cada uno de nosotros, mirándolo podría decir: no ofuscar a Dios con uno mismo, sino, al contrario, mostrarlo y hacerse signo visible de su presencia. A Dios nadie lo ha visto, pero Juan Pablo II lo ha hecho visible a través de su vida".