lunes, 4 de abril de 2011

Evangelio de fin de semana




Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de



vida eterna. Jn 6, 68






domingo 03 Abril 2011. IV Domingo de Cuaresma A



Santo(s) del día : San Juan Brittos, Padre Raniero Cantalamessa

Evangelio según San Juan 9,1-41.

Al pasar, vio a un hombre ciego de nacimiento.
Sus discípulos le preguntaron: "Maestro, ¿quién ha pecado, él o sus padres, para que haya nacido ciego?".
"Ni él ni sus padres han pecado, respondió Jesús; nació así para que se manifiesten en él las obras de Dios.
Debemos trabajar en las obras de aquel que me envió, mientras es de día; llega la noche, cuando nadie puede trabajar.
Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo".
Después que dijo esto, escupió en la tierra, hizo barro con la saliva y lo puso sobre los ojos del ciego,
diciéndole: "Ve a lavarte a la piscina de Siloé", que significa "Enviado". El ciego fue, se lavó y, al regresar, ya veía.
Los vecinos y los que antes lo habían visto mendigar, se preguntaban: "¿No es este el que se sentaba a pedir limosna?".
Unos opinaban: "Es el mismo". "No, respondían otros, es uno que se le parece". El decía: "Soy realmente yo".
Ellos le dijeron: "¿Cómo se te han abierto los ojos?".
El respondió: "Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, lo puso sobre mis ojos y me dijo: 'Ve a lavarte a Siloé'. Yo fui, me lavé y vi".
Ellos le preguntaron: "¿Dónde está?". El respondió: "No lo sé".
El que había sido ciego fue llevado ante los fariseos.
Era sábado cuando Jesús hizo barro y le abrió los ojos.
Los fariseos, a su vez, le preguntaron cómo había llegado a ver. El les respondió: "Me puso barro sobre los ojos, me lavé y veo".
Algunos fariseos decían: "Ese hombre no viene de Dios, porque no observa el sábado". Otros replicaban: "¿Cómo un pecador puede hacer semejantes signos?". Y se produjo una división entre ellos.
Entonces dijeron nuevamente al ciego: "Y tú, ¿qué dices del que te abrió los ojos?". El hombre respondió: "Es un profeta".
Sin embargo, los judíos no querían creer que ese hombre había sido ciego y que había llegado a ver, hasta que llamaron a sus padres
y les preguntaron: "¿Es este el hijo de ustedes, el que dicen que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?".
Sus padres respondieron: "Sabemos que es nuestro hijo y que nació ciego,
pero cómo es que ahora ve y quién le abrió los ojos, no lo sabemos. Pregúntenle a él: tiene edad para responder por su cuenta".
Sus padres dijeron esto por temor a los judíos, que ya se habían puesto de acuerdo para excluir de la sinagoga al que reconociera a Jesús como Mesías.
Por esta razón dijeron: "Tiene bastante edad, pregúntenle a él".
Los judíos llamaron por segunda vez al que había sido ciego y le dijeron: "Glorifica a Dios. Nosotros sabemos que ese hombre es un pecador".
"Yo no sé si es un pecador, respondió; lo que sé es que antes yo era ciego y ahora veo".
Ellos le preguntaron: "¿Qué te ha hecho? ¿Cómo te abrió los ojos?".
El les respondió: "Ya se lo dije y ustedes no me han escuchado. ¿Por qué quieren oírlo de nuevo? ¿También ustedes quieren hacerse discípulos suyos?".
Ellos lo injuriaron y le dijeron: "¡Tú serás discípulo de ese hombre; nosotros somos discípulos de Moisés!
Sabemos que Dios habló a Moisés, pero no sabemos de donde es este".
El hombre les respondió: "Esto es lo asombroso: que ustedes no sepan de dónde es, a pesar de que me ha abierto los ojos.
Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, pero sí al que lo honra y cumple su voluntad.
Nunca se oyó decir que alguien haya abierto los ojos a un ciego de nacimiento.
Si este hombre no viniera de Dios, no podría hacer nada".
Ellos le respondieron: "Tú naciste lleno de pecado, y ¿quieres darnos lecciones?". Y lo echaron.
Jesús se enteró de que lo habían echado y, al encontrarlo, le preguntó: "¿Crees en el Hijo del hombre?".
El respondió: "¿Quién es, Señor, para que crea en él?".
Jesús le dijo: "Tú lo has visto: es el que te está hablando".
Entonces él exclamó: "Creo, Señor", y se postró ante él.
Después Jesús agregó: "He venido a este mundo para un juicio: Para que vean los que no ven y queden ciegos los que ven".
Los fariseos que estaban con él oyeron esto y le dijeron: "¿Acaso también nosotros somos ciegos?".
Jesús les respondió: "Si ustedes fueran ciegos, no tendrían pecado, pero como dicen: 'Vemos', su pecado permanece".


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por : San Efrén (v. 306-373), diácono en Siria, doctor de la Iglesia
Comentario al Diatessaron, 16, 28-31


« Yo he venido a este mundo para un desafío: para que los que no ven puedan ver»



<< Hizo barro con su saliva y la aplicó sobre los ojos del ciego>>Y la luz ha brotado de la tierra, como al principio, como cuando... la tiniebla lo cubría todo y le ordenó a la luz que surgiera de la oscuridad (Gn 1,2-3). Por lo tanto curó un defecto que existía después del nacimiento, para mostrar que Él, da la mano acabando aquello que falta a la naturaleza. Era bueno que le diera la mano a aquellos que había formado en la creación al principio. Y como nos negamos a creer que Él era anterior a Abraham (Jn 8,57), Él ha probado por sus obras que es el Hijo de Aquel que, de su mano, << forma de tierra al primer Adán>>. (Gn 2,7).
Él hace esto para aquellos que buscan milagros a fin de creer: "Los judíos buscan milagros" (1Co 1,22). No es la piscina de Siloé lo que ha abierto los ojos del ciego, como no son las aguas del Jordán las que purifican a Naamán (2R 5,14): es el poder del Señor el que lo hace todo. Por lo tanto, no es el agua de nuestro bautismo, sino el nombre de la Trinidad que se pronuncia sobre ella lo que nos purifica. << Él frotó sus ojos con barro>>, con el fin de que los fariseos limpien la ceguera de su corazón...
Aquellos que vieron la luz material estaban conducidos por un ciego que vio la luz del espíritu; y, en su noche, el ciego estuvo conducido por aquellos que veían externamente, pero eran espiritualmente ciegos.
El ciego ha lavado el barro de sus ojos, y se ha visto a sí mismo; otros han lavado la ceguera de su corazón, y se han examinado a sí mismos. De este modo, abriendo exteriormente los ojos de un ciego, nuestro Señor abre secretamente los ojos de muchos otros ciegos... En estas pocas palabras del Señor están escondidos tesoros admirables, y en esta curación, fue esbozado un símbolo: Jesús, hijo del Creador.

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