lunes, 10 de diciembre de 2012

¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68


domingo 09 Diciembre 2012 
Segundo Domingo de Adviento
Santo(s) del día : San Juan Diego
Evangelio según San Lucas 3,1-6.

El año decimoquinto del reinado del emperador Tiberio, cuando Poncio Pilato gobernaba la Judea, siendo Herodes tetrarca de Galilea, su hermano Felipe tetrarca de Iturea y Traconítide, y Lisanias tetrarca de Abilene, 
bajo el pontificado de Anás y Caifás, Dios dirigió su palabra a Juan, hijo de Zacarías, que estaba en el desierto. 
Este comenzó entonces a recorrer toda la región del río Jordán, anunciando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados, 
como está escrito en el libro del profeta Isaías: Una voz grita en desierto: Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos. 
Los valles serán rellenados, las montañas y las colinas serán aplanadas. Serán enderezados los senderos sinuosos y nivelados los caminos desparejos. 
Entonces, todos los hombres verán la Salvación de Dios. 

Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios. 

Leer el comentario del Evangelio por :  
Concilio Vaticano II 
Constitución sobre la Iglesia en el mundo de hoy “Gaudium et Spes”, §39,1-3 (trad. © copyright Libreria Editrice Vaticana rev.) 

“Preparad los caminos del Señor.”

Una tierra nueva y un cielo nuevo: Ignoramos el tiempo en que se hará la consumación de la tierra y de la humanidad. Tampoco conocemos de qué manera se transformará el universo. La figura de este mundo, afeada por el pecado, pasa, pero Dios nos enseña que nos prepara una nueva morada y una nueva tierra donde habita la justicia, y cuya bienaventuranza es capaz de saciar y rebasar todos los anhelos de paz que surgen en el corazón humano. Entonces, vencida la muerte, los hijos de Dios resucitarán en Cristo y lo que fue sembrado bajo el signo de la debilidad y de la corrupción, se revestirá de incorruptibilidad. La caridad y sus obras permanecerán; y todo lo que Dios ha creado para el hombre, se verá libre de la esclavitud del pecado. 

Se nos advierte que de nada le sirve al hombre ganar todo el mundo si se pierde a sí mismo. No obstante, la espera de una tierra nueva no debe amortiguar, sino más bien avivar, la preocupación de perfeccionar esta tierra, donde crece el cuerpo de la nueva familia humana, el cual puede de alguna manera anticipar un vislumbre del mundo nuevo...El reino está ya misteriosamente presente en nuestra tierra; cuando venga el Señor, se consumará su perfección. 

(Referencias bíblicas: Is 65,17; Ap 21,1; 1Co 7,31; 2P 3,13; 1Co 2,9; 1Co 15,43.53; 1Co 13,8; Rm 8,21; Lc 9,25; Lc 17,21)

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