domingo, 20 de enero de 2013

¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68


domingo 20 Enero 2013

Segundo Domingo del tiempo ordinario

Evangelio según San Juan 2,1-11.

Tres días después se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. 
Jesús también fue invitado con sus discípulos. 
Y como faltaba vino, la madre de Jesús le dijo: "No tienen vino". 
Jesús le respondió: "Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía". 
Pero su madre dijo a los sirvientes: "Hagan todo lo que él les diga". 
Había allí seis tinajas de piedra destinadas a los ritos de purificación de los judíos, que contenían unos cien litros cada una. 
Jesús dijo a los sirvientes: "Llenen de agua estas tinajas". Y las llenaron hasta el borde. 
"Saquen ahora, agregó Jesús, y lleven al encargado del banquete". Así lo hicieron. 
El encargado probó el agua cambiada en vino y como ignoraba su origen, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo 
y le dijo: "Siempre se sirve primero el buen vino y cuando todos han bebido bien, se trae el de inferior calidad. Tú, en cambio, has guardado el buen vino hasta este momento". 
Este fue el primero de los signos de Jesús, y lo hizo en Caná de Galilea. Así manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en él. 


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios. 



Leer el comentario del Evangelio por : 
San Máximo de Turín (?-c 420), obispo  
Homilía 23; PL 57, 274 

El vino nuevo de la verdadera alegría

El Señor, está escrito, fue a la boda donde había sido invitado. El Hijo de Dios pues fue a esta boda para santificar con su presencia el matrimonio que ya había sido instituido. Fue a una boda de la antigua ley para escogerse en el pueblo pagano una esposa que permanecería siempre virgen. Él que no nació de un matrimonio humano fue a la boda. Fue allá no para participar en un banquete festivo, sino para revelarse por un prodigio verdaderamente admirable. Fue allá no para beber vino, sino para darlo. Porque, tan pronto como los invitados se quedaron con vino, la bienaventurada María le dijo: "no tienen vino".

Jesús, aparentemente contrariado, le respondió: " ¿mujer, qué nos va a ti y a mi?"... Respondiendo: " mi hora todavía no ha llegado ", anunciaba ciertamente la hora gloriosa de su Pasión, o bien el vino difundido para la salvación y la vida de todos. Marie pedía un favor temporal, mientras que Cristo preparaba una alegría eterna.

Sin embargo el Señor en su bondad, no vaciló en conceder estas pequeñas cosas hasta que vengan las grandes. La bienaventurada María, porque verdaderamente era la madre del Señor, veía por el pensamiento lo que iba a llegar y conocía por anticipado la voluntad del Señor.

Por eso se encargó de advertir a los servidores con estas palabras: " haced lo que él os diga". Su santa madre sabía ciertamente que la palabra de reproche de su hijo y Señor no escondía el resentimiento de un hombre enfurecido sino contenía un misterio de compasión... Y de repente el agua comenzó a recibir la fuerza, a cambiar el color, a difundir un buen olor, a adquirir gusto, y al mismo tiempo a cambiar totalmente de naturaleza. Y esta transformación del agua en otra sustancia manifestó la presencia del Creador, porque nadie, excepto el que creó el agua de nada, puede transformarla en otra cosa.

No hay comentarios.: