lunes, 29 de abril de 2013

EL EVANGELIO Y SU PENSAMIENTO

Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (13,31-33a.34-35):

Cuando salió Judas del cenáculo, dijo Jesús: «Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en si mismo: pronto lo glorificará. Hijos míos, me queda poco de estar con vosotros. Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también entre vosotros. La señal por la que conocerán todos que sois discípulos míos será que os amáis unos a otros.»

Palabra de Señor

COMENTARIO.-

En el recorrido de este tiempo Pascual camino hacia la Ascensión del Señor y la venida del Espíritu Santo, la liturgia nos ha ido enseñando los distintos lugares, donde podemos encontrar al Señor Resucitado, la Eucaristía, la comunidad de discípulos, como deben ser los pastores de esa comunidad. Pues bien, el Evangelio de este domingo nos llevar a descubrir la verdadera presencial del Señor en la comunidad de creyentes en Él.
El evangelista Juan, nos recoge en este evangelio que la comunidad de los seguidores de Jesús, tendrá que ser una comunidad “de amigos”, porque así los ha querido Jesús: “vosotros sois mis amigos”; “ya nos os llamo siervos, a vosotros os he llamado amigos”. La comunidad de Jesús será una comunidad de amistad. Y este será el verdadero gesto de los que, formamos parte de la comunidad de los seguidores de Jesús. Porque, la amistad promueve la igualdad, la reciprocidad y el apoyo mutuo. La amistad promueve lo que nos une, no lo que nos diferencia. Nadie está por encima de nadie. Ningún amigo es superior a otro. Se respetan las diferencias, pero se cuida la cercanía y la relación.
La comunidad cristiana posiblemente a lo largo de la historia ha abusado muchísimo del término amor, no sabiendo aplicarlo, ya que para aplicarlo debemos de aprender el amor de Jesús.
Una comunidad basada en la «amistad cristiana» enriquecería y trasformaría hoy más que nunca a la Iglesia de Jesús. Por eso, el posible camino emprendido por el Papa Francisco, en sus gestos de cercanía, servicio, entrega, preferencia por los necesitados, puede ser un nuevo revulsivo a esa Iglesia que parece que se va diluyendo entre nosotros. Hemos de recordar aquella famosa frase de Tertuliano cuando informaba de los cristianos a las autoridades civiles y decía: “Mirad cómo se quieren, hasta el punto de dar la vida unos por otros”
¿Cómo es posible que nuestro cristianismo haya cambiado tanto?
AMÉMONOS CÓMO JESÚS NOS AMÓ.

sábado, 27 de abril de 2013

BENDITO Y ALABADO SEAS POR SIEMPRE SEÑOR...

Con gran alegría te invitamos a participar de las actividades Programadas para festejar los dos años de la Capilla de Adoración al Santísimo en la Parroquia Sagrado Corazón de Jesús (Bº castañares).
TRIDUO: domingo 28 DE abril a Hs: 20:00
Lunes 29 y martes 30 de Abril a Hs 19:30.
Fiesta central el miércoles 1 de mayo: Misa a Hs 19.30 culminando con la procesión por las calles del barrio y luego un brindis comunitario.

jueves, 25 de abril de 2013

"Verdugo" del Real Madrid: Soy católico y no me avergüenzo de Jesús

Roberto Lewandowski es un joven futbolista polaco de 24 años de edad que juega en el Borussia Dortmund de Alemania que ayer goleó, por la UEFA Champions League, al Real Madrid de España por 4 goles a 1, todos convertidos por este jugador que ha dicho: "soy católico y no me avergüenzo de Jesús".

Con esta victoria, el Borussia Dortmund ha quedado casi a un paso de la final de la "Champions" que se jugará el 25 de mayo en el emblemático estadio de Wembley en Londres, Inglaterra. La otra semifinal la juegan Bayern Munich de Alemania y Barcelona de España, cuyo partido de ida terminó también en goleada a favor de los alemanes por 4 a 0.

Si el Borussia Dortmund pasa a la final, sería el segundo año consecutivo que el Real Madrid se queda en las semifinales de la Champions luego que el año pasado perdiera ante el Chelsea inglés, que finalmente levantó la copa en el estadio del Bayern ante ese mismo equipo.

Curiosamente, en marzo de 2012, el Real Madrid cedió a las presiones del mercado musulmán y aceptó eliminar la cruz que desde 1920 luce su escudopara evitar conflictos en la multimillonaria construcción de un complejo turístico-deportivo en la isla de Ras Al Khaimah, una de las siete que forman los Emiratos Árabes Unidos, donde el Islam es la religión oficial.

Según informa el sitio Religión en Libertad, Roberto Lewandowski se adhirió a la campaña de los católicos en Polonia titulada "No me avergüenzo de Jesús" y aprovechó la ocasión para expresar su compromiso con la fe.

"En el mundo actual todo va muy rápido, a veces nos olvidamos de nuestros valores y de lo que es realmente importante. La fe no sólo me ayuda en el terreno de juego, también fuera de él para intentar ser una buena persona y cometer el menor número de errores", indicó.

"Acepté el llavero (símbolo de la campaña) porque soy católico y no me avergüenzo de Jesús ni de la fe en Él. Sé que Dios está siempre mirándome", explicó el delantero.

martes, 23 de abril de 2013

Fiesta de San Jorge Encontrar a Jesús fuera de la Iglesia no es posible, dice el Papa en el día de su santo


                                              
En una Misacelebrada esta mañana en el día de su santo, San Jorge, el Papa Francisco (cuyo nombre es Jorge Mario Bergoglio) señaló que "encontrar a Jesús fuera de la Iglesia no es posible".

En una Eucaristía celebrada en la Capilla Paulina del Vaticano con loscardenales que residen en Roma, el Santo Padre agradeció a los presentes y centró su homilía en tres puntos: el fervor de evangelización de los primeros cristianos; la Iglesia que es Madre de la fe y la alegría del misionero.

El Papa señaló que "la lectura de hoy me hace pensar que en el momento en que estalla la persecución se desata también la actividad misionera de la Iglesia. Y aquellos cristianos habían llegado hasta Fenicia, Chipre y Antioquía, y habían proclamado la Palabra. Tenían dentro este fervor apostólico. La fe viene difundida de esta manera".

El Santo Padre explicó que la iniciativa de evangelizar y llegar hasta el punto de hablar de ello también a los griegos fue una gracia que infundió el Espíritu Santo, que empujaba cada vez más a los primeros apóstoles.

"Pero en Jerusalén esto les puso un poco nerviosos y enviaron a Bernabé, ‘en visita apostólica’. En sentido humorístico, podemos decir la visita de Bernabé fue el inicio teológico de la Congregación para la Doctrina de la Fe".

Francico dijo que Bernabé entonces "vio que las cosas iban bien. Y así la Iglesia es Madre, Madre de más hijos, de muchos más hijos. Se convierte en Madre, Madre cada vez más. Madre que nos da la fe, la Madre que nos da una identidad".

"Pero la identidad cristiana –prosiguió– no es una tarjeta de identidad: la identidad cristiana es la pertenencia a la Iglesia, porque todos ellos pertenecían a la Iglesia, a la Iglesia Madre. Porque, encontrar a Jesús fuera de la Iglesia no es posible".

Recordando que ya Pablo VI había dicho que "es una dicotomía absurda, querer vivir con Jesús sin la Iglesia, seguir a Jesús fuera de la Iglesia, amar a Jesús sin la Iglesia", Francisco aseguró que "la Iglesia Madre que nos da Jesús nos da la identidad que no es sólo un sello: es una pertenencia. Identidad significa pertenencia. ¡Pertenecer a la Iglesia, esto es hermoso!"

Volviendo a Bernabé, el Papa dijo que "cuando llegó y vio la gracia de Dios, se alegró: Éste es el gozo del evangelizador. Y como decía Pablo VI, ‘es la alegría dulce y reconfortante de la evangelización’. Y esta alegría empieza con una persecución, con una gran tristeza, y termina con alegría. Y así, la Iglesia sigue adelante, dice un santo –no me acuerdo ahora quien– ‘entre las persecuciones del mundo y los consuelos del Señor’".

"Así es la vida de la Iglesia. Si queremos ir un poco por el camino mundano, de la negociación con el mundo, como hacían los Macabeos, nunca tendremos el consuelo del Señor. Si buscamos solo el consuelo, será un consuelo superficial, no el del Señor, que es un consuelo humano".

El Santo Padre afirmó además que "la Iglesia siempre va entre la Cruz y la Resurrección, entre las persecuciones y los consuelos del Señor. Y éste es el camino: quien va por este camino no se equivoca".

"Pensemos hoy en la actividad misionera de la Iglesia: ellos salieron de sí mismo para evangelizar. Incluso aquellos que tuvieron el coraje de proclamar a Jesús a los griegos, una cosa casi escandalosa en aquel momento. Pensemos en esta Madre Iglesia que crece, crece con nuevos hijos a los que se da la identidad de la fe, porque no se puede creer en Jesús sin la Iglesia", concluyó.

domingo, 21 de abril de 2013

EL EVANGELIO Y SU PENSAMIENTO


La historia del Pastor y las ovejas
Juan 10, 27-30. Pascua. Jesús es nuestro Pastor, pero nosotros tenemos que esforzarnos por ser ovejas buenas.

Del santo Evangelio según san Juan 10, 27-30 

En aquel tiempo dijo Jesús: Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas mi siguen. Yo les doy vida eterna y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano. El Padre, que me las ha dado, es más grande que todos, y nadie puede arrebatar nada de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno. 

Oración introductoria 

Señor, esta meditación es una oportunidad para continuar celebrando tu Pascua de Resurrección. Saber que me amas, que me pides mi ayuda en la nueva evangelización y que esperas tanto de mí me anima a ofrecerte mi fe y devoción. Te agradezco y te bendigo por todo tu amor. 

Petición 

Señor, mi buen pastor, concédeme tener siempre mi conciencia clara: ¡Soy conocido y amado infinitamente! 

Meditación del Papa Benedicto XVI 

Volvamos al Evangelio, y a la palabra del pastor. "El buen pastor da su vida por la ovejas". Jesús insiste en esta característica esencial del verdadero pastor que es él mismo: "dar la propia vida". Lo repite tres veces, y al final concluye diciendo: "Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre". Este es claramente el rasgo cualificador del pastor tal como Jesús lo interpreta en primera persona, según la voluntad del Padre que lo envió. La figura bíblica del rey-pastor, que comprende principalmente la tarea de regir el pueblo de Dios, de mantenerlo unido y guiarlo, toda esta función real se realiza plenamente en Jesucristo en la dimensión sacrificial, en el ofrecimiento de la vida. En una palabra, se realiza en el misterio de la cruz, esto es, en el acto supremo de humildad y de amor oblativo. Dice el abad Teodoro Studita: “Por medio de la cruz nosotros, ovejas de Cristo, hemos sido reunidos en un único redil y destinados a las eternas moradas." (Benedicto XVI, 29 de abril de 2012). 

Reflexión 

Seguramente todos habremos visto, en más de una ocasión, un rebaño de ovejas pastando. Una enorme masa de algodón sobre una alfombra verde, natural, y un pastor que las apacienta. Es una escena muy hermosa y pintoresca, y no deja de suscitarnos un sentimiento de simpatía, sobre todo cuando vemos a las ovejillas casi recién nacidas brincando entre las demás ovejas del rebaño. 

Es una imagen lírica y bucólica que ha inspirado a muchos poetas, músicos y artistas como tema de sus composiciones. Baste recordar, por ejemplo, las famosas Églogas del gran poeta latino Virgilio, la novela pastoril “La Galatea”, de Cervantes; o tantas otras obras literarias que describen bellamente la vida del campo: Boscán, Garcilaso de la Vega, Góngora, Tirso de Molina, Lope de Vega. En la música, tenemos la magistral Sexta Sinfonía de Beethoven, también llamada “Pastoral”. Y en el campo de la pintura, tantísimos cuadros de todas las épocas: Fra Angélico, Giotto, Botticelli, Monet, Degas y miles más. 

Pero mucho antes que todos estos personajes del arte y de las letras, alguien más habló de pastores y de ovejas, y de una manera muchísimo más profunda y sublime: nuestro Señor Jesucristo. Y también los profetas. En su lenguaje teológico-espiritual, el Pastor es Dios, y las ovejas, el pueblo elegido. Y en la predicación del Señor, el Pastor es Él mismo y las ovejas, nosotros, su Iglesia. 

El profeta Ezequiel, por ejemplo, tiene todo un capítulo de su libro en donde habla de los malos pastores que se apacientan a sí mismos –o sea, los falsos guías del pueblo, que vinieron antes de nuestro Señor-; y, en contraposición, nos presenta al pastor fiel, que es el mismo Dios. De éste se expresa con tonos muy delicados: "Yo mismo –dice el Señor- iré a buscar a mis ovejas y las reuniré. Como recuenta el pastor a sus ovejas el día en que la tormenta dispersa a la grey, así recontaré yo a mis ovejas, y las pondré a salvo en todos los lugares en que fueron dispersadas el día del vendaval... Yo mismo apacentaré a mis ovejas y yo mismo las llevaré a la majada –dice el Señor Yahvé-. Buscaré a la oveja perdida, traeré a la extraviada, vendaré a la herida, curaré a la enferma y guardaré a las fuertes y robustas" (Ez 34, 11-12. 15-16). Y continúa así todo el capítulo. Imagen perfecta de este pastor es nuestro Señor Jesucristo. 

El evangelio de Juan nos presenta, por su parte, el hermoso discurso de Jesús en donde Él mismo se define como el buen Pastor, el verdadero. Éste apacienta a sus ovejas con amor, fidelidad, justicia y misericordia. A éste lo conocen las ovejas, oyen su voz y las ovejas lo siguen; no hacen caso a los extraños porque no conocen su voz (Jn 10, 1-6). 

Y "conocer", en lenguaje bíblico, es mucho más profundo que en nuestra lengua vernácula. Es el conocimiento del amor, de la intimidad, de la familiaridad, de la entrega total por el amado. Así lo expresa a continuación Jesús: "Yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia.Yo soy el buen Pastor; el buen pastor da la vida por sus ovejas… Yo soy el buen Pastor, y conozco a las mías, y las mías me conocen a mí… y pongo mi vida por las ovejas" (Jn 10, 10-15). 

Estas palabras nos evocan la bellísima oración del Salmo 23: "El Señor es mi Pastor, nada me falta. Me hace recostar en verdes pastos y me lleva a frescas aguas. Recrea mi alma, me guía por senderos seguros por el amor de su nombre. Aunque camine por cañadas tenebrosas, no temo mal alguno, porque Tú estás conmigo. Tu vara y tu cayado son mis consuelos". ¡Qué delicia y qué seguridad ser apacentados por un Pastor así! 
La imagen del buen Pastor ha sido representada miles de veces en el arte cristiano de todos los tiempos: en pinturas, esculturas, iconos… y también en la literatura de los Santos Padres, de los teólogos y de los poetas. 

San Agustín, por ejemplo, tiene un estupendo sermón en el que comenta el capítulo 34 de Ezequiel, que acabamos de citar, en donde dice: "Para vosotros, como obispo, soy vuestro pastor; pero con vosotros, como cristiano, soy también oveja del rebaño de Cristo". 

Hace poco me escribió un amigo y me envió un soneto compuesto por él mismo. Me gustó mucho, y creo que hoy nos viene como anillo al dedo. Dice así: "Tú me dices, Señor: Pace confiado,/ sólo sigue mi voz y su latido,/ siega el tacto voraz y el fino oído,/ ven a mi fuente y quedarás saciado,/ que aquí tengo tu sitio reservado./ Reposa en mí tu corazón dolido,/ en mi pecho adormece tu gemido/ y deja, calmo, el sueño a mi cuidado./ Yo soy el Pastor que guarda Su ganado/ y busca el corderillo lacerado,/ con música de flautas atraído/ y entre zarzas y espinos atrapado./ Tu mano firme hunde en mi costado./ No dudes más, aún tengo el pecho herido". 

Este poema me hizo recordar aquel otro soneto, de Lope de Vega, de una inspiración religiosa de altos vuelos, que comienza así: "Pastor, que con tus silbos amorosos/ me despertaste del profundo sueño:/ tú que hiciste cayado de este leño/ en que tiendes los brazos poderosos"... 

Sí, Jesucristo es nuestro buen Pastor. Él ha dado su vida y su sangre por nosotros, para redimirnos de nuestros pecados, para darnos vida eterna. Hemos sido comprados al precio de la sangre de Cristo –como nos dice san Pedro en su primera epístola (I Pe 1, 18-19). Por eso, sus ovejas "no perecerán para siempre y nadie las arrebatará de su mano". 

Pero, para ello, también nosotros tenemos que esforzarnos por ser ovejas buenas de este buen Pastor. Dejémonos, pues, apacentar y conquistar por Él siendo dóciles en el cumplimiento amoroso de su santísima voluntad sobre nosotros. Seamos buenas ovejas por nuestra fe y amor a Él, por la obediencia, la vida de gracia y la fidelidad sincera a sus mandamientos. 


lunes, 15 de abril de 2013

¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68

EVANGELIO

Jn 21, 1-19

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.

Jesús resucitado se apareció otra vez a los discípulos a orillas del mar de tiberíades. Sucedió así: estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos. Simón Pedro les dijo: "Voy a pescar". Ellos le respondieron: "Vamos también nosotros". Salieron y subieron a la barca. Pero esa noche no pescaron nada. Al amanecer, Jesús estaba en la orilla, aunque los discípulos no sabían que era él. Jesús les dijo: "Muchachos, ¿tienen algo para comer?". Ellos respondieron: "No". Él les dijo: "Tiren la red a la derecha de la barca y encontrarán". Ellos la tiraron y se llenó tanto de peces que no podían arrastrarla. El discípulo al que Jesús amaba dijo a Pedro: "¡Es el Señor!". Cuando Simón Pedro oyó que era el Señor, se ciñó la túnica, que era lo único que llevaba puesto, y se tiró al agua. Los otros discípulos fueron en la barca, arrastrando la red con los peces, porque estaban sólo a unos cien metros de la orilla. Al bajar a tierra vieron que había fuego preparado, un pescado sobre las brasas y pan. Jesús les dijo: "Traigan algunos de los pescados que acaban de sacar". Simón Pedro subió a la barca y sacó la red a tierra, llena de peces grandes: eran ciento cincuenta y tres y, a pesar de ser tantos, la red no se rompió. Jesús les dijo: "Vengan a comer". Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: "¿Quién eres?", porque sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio, e hizo lo mismo con el pescado. Ésta fue la tercera vez que Jesús resucitado se apareció a sus discípulos. Después de comer, Jesús dijo a Simón Pedro: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?". Él le respondió: "Sí, Señor, tú sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis corderos". Le volvió a decir por segunda vez: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas?". Él le respondió: "Sí, Señor, sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas". Le preguntó por tercera vez: "Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?". Pedro se entristeció de que por tercera vez le preguntara si lo quería, y le dijo: "Señor, tú lo sabes todo; sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas. Te aseguro que cuando eras joven, tú mismo te vestías e ibas a donde querías. Pero cuando seas viejo, extenderás tus brazos, y otro te atará y te llevará a donde no quieras". De esta manera, indicaba con qué muerte Pedro debía glorificar a Dios. Y después de hablar así, le dijo: "Sígueme".

Palabra del Señor.

El amor perdona todo

Pedro se había “enamorado” del Mesías a primera vista. Por él había abandonado todo en un instante: familia, barca, trabajo. Esto no quiere decir que no le haya costado. En cierta ocasión, preguntó a Jesús qué podían esperar ellos que lo habían abandonado todo… Él había manifestado al Maestro, varias veces, una fidelidad incondicional. Había sido el primero en expresar sus sentimientos y jurar que por él estaba dispuesto a morir. Se entusiasmaba con el proyecto de Jesús, o mejor dicho, con el que él suponía que Jesús tenía. Pero tuvo mucho que aprender. Jesús iba más lejos de lo que él pensaba y esperaba, y le llenó la vida de sorpresas. Un momento muy amargo fue el de la Pasión con la traición al Maestro al negarlo tres veces. Después de los sucesos de Jerusalén, el grupo de los discípulos había vuelto a Galilea, al mar de Tiberíades. Y Pedro invita a ir a pescar…Pasa toda la noche sin sacar nada. Y al amanecer, cuando ya termina el buen momento de la pesca, un extraño los invita a tirar la red al otro lado, y no salen del asombro por el inesperado resultado. Jesús los espera en la playa con pescado y pan… Da gracias, y los invita a comer… Los gestos recuerdan la última cena y el encuentro de Emaús. El lugar les recuerda que precisamente a orillas de ese lago, Jesús había saciado el hambre de más de cinco mil personas con pan y pescado… exactamente como en ese instante. Cuántos recuerdos habrán vuelto a la memoria de los apóstoles… A la triple negación de Pedro, se contrapone una triple manifestación de amor. Pedro demuestra su amor incondicional. Jesús lo recibe, lo sana, lo hace una nueva criatura y le confía el rebaño. También le anuncia que va a morir como él. Pedro nunca olvidará su confesión de amor, como tampoco su negación y la profecía de Jesús. Ésta es la experiencia del creyente: muchas veces hemos herido el amor del Señor, tantas y más veces nos ha sanado. Somos testigos vivientes de un amor que es más fuerte que la muerte.

domingo, 7 de abril de 2013

¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68



La humildad de un triunfador
Juan 20, 19-31. Pascua. También en su gloriosa resurrección, Cristo sabe ser humilde...


Del santo Evangelio según san Juan 20, 19-31 

Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros». Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: «La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío». Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos». Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor». Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré». Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro y Tomás con ellos. Se presentó Jesús en medio estando las puertas cerradas, y dijo: «La paz con vosotros». Luego dice a Tomás: «Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente». Tomás le contestó: «Señor mío y Dios mío». Dícele Jesús: «Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído». Jesús realizó en presencia de los discípulos otras muchas señales que no están escritas en este libro. Estas han sido escritas para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre. 

Oración introductoria 

¡Señor mío y Dios mío! Ten compasión de mí porque, como Tomás, hay ocasiones en que dudo de mi fe. En este domingo que me invitas a contemplar tu inmensa misericordia, que me muestras tu costado y tus llagas, y me invitas a experimentar tu cercanía por medio de la oración, no puedo más que decir: ¡Tú, Señor, eres mi Dios! 

Petición 

Jesús, sana mi incredulidad y dame la fe para saber apreciar siempre tu Divina Misericordia. 

Meditación del Papa 

Esta misión de Cristo, este dinamismo suyo continúa en el espacio y en el tiempo, atraviesa los siglos y los continentes. Es un movimiento que parte del Padre y, con la fuerza del Espíritu, lleva la buena noticia a los pobres en sentido material y espiritual. La Iglesia es el instrumento principal y necesario de esta obra de Cristo, porque está unida a Él como el cuerpo a la cabeza. "Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo". Así dice el Resucitado a los discípulos, y soplando sobre ellos, añade: "Recibid el Espíritu Santo". Dios por medio de Jesucristo es el principal artífice de la evangelización del mundo; pero Cristo mismo ha querido transmitir a la Iglesia su misión, y lo ha hecho y lo sigue haciendo hasta el final de los tiempos infundiendo el Espíritu Santo en los discípulos, aquel mismo Espíritu que se posó sobre él y permaneció en él durante toda su vida terrena, dándole la fuerza de "proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos la vista"; de "poner en libertad a los oprimidos" y de "proclamar el año de gracia del Señor". (Benedicto XVI, 11 de octubre de 2012). 

Reflexión 

¡¡Jesús ha resucitado!! Ésta es la noticia más importante de todo el Evangelio. Debería haber ocupado, con enormes titulares, la primera página de todos los periódicos del país y de todo el mundo conocido de la época... Y, sin embargo, como siempre, Dios nos confunde. Sucedió de noche, sin que nadie apenas se enterara. Sí, de noche. Así son todos los grandes acontecimientos de Dios... Este Dios nuestro tiene un sentido del humor bastante fino y ocurrente. Parece que Dios se divierte gastándoles bromas a los hombres para jugar luego con ellos a las "escondidas". Y mientras se esconde, se sigue riendo traviesamente -como hace el papá con su hijo pequeño- a ver si nosotros somos capaces de descubrirlo y de encontrarlo en medio del bosque o del jardín.... 

Pero Dios, con este modo de actuar, nos está revelando su infinita humildad, bondad y condescendencia. Sólo un Dios puede ser tan humilde. Como nuestras alabanzas no lo engrandecen, se puede dar el lujo de esconderse y de pasar desapercibido... 

Tampoco así se nos impone a fuerza de evidencias, sino que respeta nuestra libre elección. Porque nos ama como un auténtico Padre. Sólo los seres verdaderamente grandes son también profundamente humildes. Muy al contrario de nosotros, a quienes tanto nos fascina el ruido, la vanidad y el "cacareo" en todo lo que hacemos; nos encanta que el mundo entero se dé cuenta de nuestras "hazañas" y nos alabe por las "bobadas" que realizamos como si fueran el heroísmo más espectacular de la historia... ¡Qué pequeños y ridículos somos tantas veces! Y Dios se debe de seguir riendo de nosotros... Al menos así se "divierte". 

También a Jesús le gusta esconderse y pasar desapercibido. Porque es Dios. Su nacimiento en Belén ocurrió en medio de la noche. Pasó treinta largos años de su vida escondido en la aldea de Nazaret, "de noche". Como la primera Pascua de la historia, cuando Dios liberó al pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto. O al igual que la primera Pascua cristiana, la de aquel gran Jueves Santo... ¡De noche! De noche quiso morir -¡hasta el mismo sol se eclipsó en pleno mediodía!- y de noche quiso ser sepultado en la tierra. 

Y ahora, su gran triunfo, su victoria definitiva, su resurrección, se realiza de noche y a la vista de casi nadie. ¿Por qué? Además de revelarnos su humildad divina, este modo de actuar es una fuerte llamada a nuestra conciencia y a nuestro corazón para invitarnos a estar en vela, con los ojos del alma y del cuerpo bien atentos y despiertos. No nos vaya a ocurrir lo mismo que les pasó a los apóstoles la noche de aquel primer Jueves Santo, después de la Ultima Cena -que fue también la primera Cena de la nueva alianza-: ¡se quedaron dormidos en el huerto, mientras su Maestro allí, en Getsemaní, entraba en agonía! 

Pero también actúa así para que nuestra respuesta a Él sea en la fe, en el amor auténtico, en la humildad y en la libertad. Nadie vio cómo resucitó el Señor, ni a qué hora sucedió aquel portento... ¡y es el evento más grandioso de nuestra fe y el más decisivo de todo el cristianismo!... Sí. La resurrección de Jesús es la “Buena Nueva” por antonomasia, anunciada por Jesús mismo durante su vida pública y proclamada por la Iglesia de todos los tiempos. Si su nacimiento en Belén fue un hecho que llenó de inmensa alegría el orbe entero -y todos los años lo celebramos con desbordante júbilo en la Navidad- su resurrección lo es aún más. Los ángeles cantaron a coro el "Gloria in excelsis Deo" la noche santa de Belén, y también ellos fueron los únicos testigos -además de aquellos soldados romanos que estaban de guardia, ¡tan cobardes!, que no fueron capaces de convertirse luego en pregoneros del hecho más portentoso de la historia-. Y si el nacimiento de Jesús es un motivo de dicha para el mundo entero, su resurrección es la máxima coronación de toda su vida y su plan redentor. 

El misterio del Dios hecho Hombre, que se encarnó por amor a nosotros y nació para salvarnos, encuentra su pleno cumplimiento en el triunfo glorioso y definitivo de su resurrección. Si todo hubiera acabado con su muerte, Cristo no sería sino sólo un gran hombre, como cualquiera de nosotros, y su vida habría sido la de un profeta excepcional, y nada más. Pero si Cristo ha resucitado y ha salido de la tumba con su propio poder, es la señal más clara de que es verdaderamente Dios, todopoderoso, el Señor absoluto de la vida y de la muerte. Y entonces todo lo anterior recibe su explicación y máxima justificación. 

Pero, además, sus apariciones después de su resurrección... ¡muchas de ellas serán también de noche o casi a escondidas, con la presencia de unos cuantos, sus amigos predilectos! También aquí nos vuelve a sorprender el Señor: "Al anochecer de aquel día, el primero de la semana... entró Jesús y se puso en medio de ellos" -nos dice el Evangelio de hoy. 

¡El Señor ha resucitado! Sí, pero lo ha hecho "como callandito" -según la dulce expresión de santa Teresa- y en silencio. No con trompetas y espectacularidades. Nunca ha actuado así el Señor. También en su gloriosa resurrección sabe ser humilde... ¡Qué impresionante es el modo de actuar de Dios! Cualquiera de nosotros hubiéramos preferido "restregarles" en la cara a los fariseos y a los sumos sacerdotes esta victoria para que se dieran cuenta con quién se estaban metiendo y para humillarlos en su derrota. Cristo no. Nunca ha actuado así. Y tampoco en su resurrección. 

Propósito 

Celebrar hoy con alegría la Divina Misericordia, aprendiendo de Jesús a ser misericordioso con lo sdemás. 

Diálogo con Cristo 

Jesús, también en la victoria tenemos que ser humildes, sencillos y discretos como Tú. Ése será un gran testimonio de nuestra fe ante todo el mundo, como lo fue en los primeros siglos de la Iglesia.