domingo, 2 de enero de 2011

Evangelio de fin de semana




¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68


domingo 02 Enero 2011. Domingo II después de Navidad

La Iglesia celebra donde la Epifanía se celebró el domingo: La Epifanía del Señor – Solemnidad
Santo(s) del día : San Basilio Magno

Evangelio según San Juan 1,1-18.

Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Al principio estaba junto a Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe. En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron. Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. El no era la luz, sino el testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre. Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios. Ellos no nacieron de la sangre, ni por obra de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino que fueron engendrados por Dios. Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él, al declarar: "Este es aquel del que yo dije: El que viene después de mí me ha precedido, porque existía antes que yo". De su plenitud, todos nosotros hemos participado y hemos recibido gracia sobre gracia: porque la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. Nadie ha visto jamás a Dios; el que lo ha revelado es el Hijo único, que está en el seno del Padre.


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por : Elredo de Rielvaux (1110-1167) monje cisterciense
Sermones de Navidad 2; PL 195, 226-227


El Salvador de mundo, acostado en un pesebre



«Os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador , que es el Mesías, el Señor.» (Lc 2,11) Corramos, pues, como los pastores cuando escucharon la buena noticia.... «Esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.» (Lc 2,12) Así que os digo: ¡tenéis que amar! Teméis al Señor de los ángeles, pero amad al niño; teméis el Señor en su majestad, pero amad al pequeño envuelto en pañales; teméis al rey de los cielos, pero amad al niño acostado en un pesebre!

¿Qué hay de especial en este niño en pañales y acostado en un pesebre? Todos los niños recién nacidos son envueltos en pañales. ¿Dónde está pues la señal? Se podrían decir muchas cosas sobre este signo...Pero, digamos en breve: Belén, «la casa del pan», es la Santa Iglesia donde es distribuido el pan del cuerpo de Cristo, el verdadero pan de vida. El pesebre de Belén es el altar en la Iglesia. Aquí se alimentan los miembros de la familia de Cristo. Los pañales significan el aspecto exterior de los sacramentos. En este pesebre, bajo la apariencia de pan y de vino, está el verdadero cuerpo y la verdadera sangre de Cristo. Aquí vemos que está Cristo en persona, pero envuelto en pañales, es decir, presente de forma invisible bajo los signos sacramentales. No hay signos más grandes y más evidentes del nacimiento de Cristo que el hecho de acercarnos diariamente a su cuerpo y su sangre en el altar santo, y el hecho que vemos diariamente inmolarse por nosotros a Aquel que nació una sola vez de la Virgen.

Así, pues, hermanos, apresurémonos para llegar al pesebre del Señor. En cuanto podamos preparémonos a este encuentro con su gracia, asociados a los ángeles, «con un corazón puro y buena conciencia y una fe sincera» (2Cor 6,6) Entonces cantaremos al Señor con toda nuestra vida y nuestro comportamiento: «Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres que gozan de su amor.» (Lc 2,14)

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