martes, 1 de febrero de 2011

El mundo necesita a Dios y espera vocaciones de la Iglesia, dice el Papa Benedicto


El Papa Benedicto XVI señaló que el mundo siempre necesita a Dios y por eso espera la respuesta generosa de miembros de la Iglesia que se dediquen de por vida a la causa del Evangelio como concreción de su vocación.

En su mensaje al II Congreso Continental Latinoamericano de Vocaciones que se celebra en Cartago (Costa Rica) del 31 de enero al 5 de febrero bajo el lema "Maestro, en tu Palabra echaré las redes", el Papa señaló que "una acción misionera más incisiva trae como fruto precioso, junto al fortalecimiento de la vida cristiana en general, el aumento de las vocaciones de especial consagración".


"De alguna manera, la abundancia de vocaciones es un signo elocuente de vitalidad eclesial, así como de la fuerte vivencia de la fe por parte de todos los miembros del Pueblo de Dios".


En el texto con fecha 21 de enero y dado a conocer hoy, el Papa recordó que el Concilio Vaticano II afirma que "toda la comunidad cristiana tiene el deber de fomentar las vocaciones, y debe procurarlo, ante todo, con una vida plenamente cristiana".


"La experiencia nos enseña que, allí donde hay una buena planificación y una práctica constante de la pastoral vocacional, las vocaciones no faltan. Dios es generoso, e igualmente generoso debería ser el empeño pastoral vocacional en todas las Iglesias particulares".


El Papa se refirió luego a la centralidad del cuidado de la vida espiritual para el cultivo de las vocaciones: "La vocación no es fruto de ningún proyecto humano o de una hábil estrategia organizativa. En su realidad más honda, es un don de Dios", resaltó.


La vocación, continuó, es "una iniciativa misteriosa e inefable del Señor, que entra en la vida de una persona cautivándola con la belleza de su amor, y suscitando consiguientemente una entrega total y definitiva a ese amor divino".


"Es necesario ofrecer a las jóvenes generaciones la posibilidad de abrir sus corazones a una realidad más grande: a Cristo, el único que puede dar sentido y plenitud a sus vidas. Necesitamos vencer nuestra autosuficiencia e ir con humildad al Señor, suplicándole que siga llamando a muchos".


"Pero al mismo tiempo, el fortalecimiento de nuestra vida espiritual nos ha de llevar a una identificación cada vez mayor con la voluntad de Dios, y a ofrecer un testimonio más limpio y transparente de fe, esperanza y caridad".


Benedicto XVI destacó además la importancia del testimonio de la propia vocación como semilla de nuevas vocaciones: "ciertamente, el testimonio personal y comunitario de una vida de amistad e intimidad con Cristo, de total y gozosa entrega a Dios, ocupa un lugar de primer orden en la labor de promoción vocacional".


"El testimonio fiel y alegre de la propia vocación ha sido y es un medio privilegiado para despertar en tantos jóvenes el deseo de ir tras los pasos de Cristo. Y, junto a eso, la valentía de proponerles con delicadeza y respeto la posibilidad de que Dios los llame también a ellos".


Con frecuencia, continuó el Santo Padre "la vocación divina se abre paso a través de una palabra humana, o gracias a un ambiente en el que se experimenta una fe viva. Hoy, como siempre, los jóvenes 'son sensibles a la llamada de Cristo que les invita a seguirle'".


"El mundo tiene necesidad de Dios, y por eso siempre tendrá necesidad de personas que vivan para él y que lo anuncien a los demás", precisó.


Finalmente el Papa afirmó que "la preocupación por las vocaciones ocupa un lugar privilegiado en mi corazón y en mis oraciones. Les animo, pues, queridos hermanos y hermanas, a que se consagren con todas sus fuerzas y talentos a esta apasionante y urgente tarea, que el Señor sabrá recompensar con creces".

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