Evangelio según San Lucas 9,11b-17.
Pero la gente lo supo y partieron tras él. Jesús los acogió y volvió a hablarles del Reino de Dios mientras devolvía la salud a los que necesitaban ser atendidos.
El día comenzaba a declinar. Los Doce se acercaron para decirle: «Despide a la gente para que se busquen alojamiento y comida en las aldeas y pueblecitos de los alrededores, porque aquí estamos lejos de todo.»
Jesús les contestó: «Denles ustedes mismos de comer.» Ellos dijeron: «No tenemos más que cinco panes y dos pescados. ¿O desearías, tal vez, que vayamos nosotros a comprar alimentos para todo este gentío?»
De hecho había unos cinco mil hombres. Pero Jesús dijo a sus discípulos: «Hagan sentar a la gente en grupos de cincuenta.»
Así lo hicieron los discípulos, y todos se sentaron.
Jesús entonces tomó los cinco panes y los dos pescados, levantó los ojos al cielo, pronunció la bendición, los partió y se los entregó a sus discípulos para que los distribuyeran a la gente.
Todos comieron hasta saciarse. Después se recogieron los pedazos que habían sobrado, y llenaron doce canastos.
Leer el comentario del Evangelio por San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia
Sermón 272, A los nuevos bautizados, sobre el sacramento
“Sed lo que veis y recibid lo que sois”
Lo que veis en el altar de Dios..., es el pan y el cáliz: esto es lo que vuestros ojos os indican. Pero es vuestra fe quien quiere ser instruida, que ese pan es el cuerpo de Cristo, que ese cáliz es su sangre. Esto supone una breve fórmula, que puede bastar a la fe. Pero la fe busca instruirse... ¿Cómo este pan es su cuerpo, y este cáliz, o más bien su contenido, puede ser su sangre?
Hermanos míos esto es lo que se llaman sacramentos: muestran una realidad y de ellos se deduce otra. Lo que vemos es una apariencia corporal en tanto que lo que comprendemos es un fruto espiritual. Si queréis comprender lo que es el cuerpo de Cristo, escuchad al Apóstol, que dice a los fieles: “sois el cuerpo de Cristo, y cada uno de vosotros, sois los miembros de ese cuerpo” (1 Co 12,17). Así pues si sois vosotros el cuerpo de Cristo y sus miembros, es vuestro misterio quien se encuentra en la mesa del Señor, es vuestro misterio lo que recibís. A esto, lo que sois, responded: “Amén” y con esta respuesta, lo suscribiréis. Se os dice: «el cuerpo de Cristo» y respondéis “Amén”. Sed pues miembros del cuerpo de Cristo para que este Amén sea verdadero.
¿Por qué pues el cuerpo está en el pan? Aquí aun, no decimos nada de nosotros mismos, escuchemos una vez más al Apóstol, quien, hablando de este sacramento nos dice: “porque el pan es uno, nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo” (1 Co 10,17) ¡Comprended esto y permaneced en la alegría: unidad, verdad, piedad, caridad! “Un solo pan”; ¿quién es este pan único? “un solo cuerpo, nosotros que somos muchos”. Recordad que no se hace pan con un solo grano, sino con muchos. Sed lo que veis, y recibid lo que sois.
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