miércoles, 12 de mayo de 2010

Si yo no me muevo, nadie lo hace



En algún momento se crea la personalidad dependiente. Algo pasa en la vida que nos hace quedarnos en el papel de dependientes.

Esta suele ser la queja de las mujeres respecto a sus maridos o sus familias, pero también los varones se quejan que sus esposas no se mueven.2°Reyes 4:8
Depender de otros
En esta situación nos encontramos con hombres y mujeres que no se mueven si otra persona no les da la aprobación. Puede ser que esperen al marido para preguntarle qué preparar para comer. Son personas que esperar el empuje de afuera para accionar.
Una mujer decía “Yo le pregunto a mi marido que le gustaría que me ponga cuando vamos a salir, también le pregunto que le gustaría comer, le pregunto todo porque compartimos TODAS LAS COSAS”.
Son personas que dicen: “DECIME, ¿QUÉ HAGO?” Esto se llama dependencia. Hay muchas mujeres y varones que tienen esta actitud de depender. Una cosa es compartir algunas decisiones pero otra cosa es estar dependiendo del otro.
Hemos nacido dependiendo de nuestros padres, si o si los necesitábamos para vivir. Hasta que empezamos a transitar la independencia. En el mismo momento en que aprendimos a caminar. Cuando empezamos eso, empezamos a transitar el traspaso de la dependencia a la independencia.
Muchas personas se quedaron en la dependencia, se pudieron independizar en algunas áreas pero en otras no.
Salir de la dependencia
A pesar de que muchas personas se deciden a dejar de ser dependientes, les cuesta mucho. Cuando se ponen en pareja quieren compartir tiempo con el otro, les gusta ser amadas y poder amar, sentirse bien. La situación se complica cuando hay dependencia, cuando pasa a estar tan pendiente de lo que el otro le dice, lo que el otro le indique para vivir.
Esa pareja que nació para complementarse y entenderse, empiezan a tener conflictos.
Dependencia por temor a quedarse solo
Por miedo a estar sin el otro, asfixia a su pareja. Le pregunta todo el tiempo que hacer, cómo, dónde, etcétera. Se pone “pesada”, es insistente por su gran temor a quedarse solo.
Leí el caso de una pareja que se aman realmente, pero que el marido seguía a ella a todos lados, hasta dentro de la casa. La justificación de él es que la ama tanto que quiere pasar todo el tiempo con ella. Pero ella estaba asfixiada.
Muchas veces el temor a quedarse solo, lleva a la persona a soportar maltratos, infidelidades y violencia porque necesitan al otro. No porque le guste que le hagan eso, sino que lo hace por miedo a estar sin la otra parte.
Predisposición a dejar que el otro decida todo
Puede ser que sea un marido, una esposa, una madre o una amiga. Pero la persona dependiente siempre va a encontrar de quién depender. Dejar que el otro decida tiene que ver con las cosas simples como la comida y complejas como un cambio laboral.
La persona dependiente cree que el otro toma las mejores decisiones y es inteligente pero él no. No se sienten capaces de tomar buenas decisiones.
Las inseguridades los termina convirtiendo en esclavos de la otra persona.
Personalidad dependiente
De alguna manera y en algún momento se crea la personalidad dependiente. Algo pasa en la vida que nos hace quedarnos en el papel de dependientes.
La dependencia viene de los años más tiernos, desde chicos.
Tal vez sean hijos que nunca sintieron la seguridad de contar con alguien que se ocupe de ellos durante la niñez. Una hijo de padres separados, o un hijo de una mamá independiente que trabaja para darle lo mejor a sus hijos, pero pone una persona que cuide a sus niños. Por la cabeza de ellos, puede pasar la idea de que su mamá no va a volver, que su mamá se murió, y es algo que sucede cuando la mamá llega tarde varias veces, cuando todos los días se retrasa por alguna razón diferente. Se genera en la criatura un sentimiento de incertidumbre.
Son situaciones que van taladrando la autoestima de los niños que reciben este tipo de trato.
Relación reglamentaria
Una mamá que se ocupa del cuidado de sus hijos. Lava, plancha, los baña, les revisa la tarea, les hace la comida, los lleva al colegio, le dice que es linda. Cumple el rol de madre reglamentariamente y le da todo lo que ella cree que es bueno para su hijo.
Pero cuando los hijos quieren jugar con la mamá, cuando quieren conversar con ella no pueden porque siempre está ocupada. De esta manera, también se le genera incertidumbre en cuanto al amor y al afecto. Comienzan a preguntarse “¿Será que mamá me ama?” aunque en algunos aspectos la madre expresa amor por medio de “ocuparse de ellos”, necesitan recibir el amor fuera de lo reglamentario.
Es necesario fijarse que es lo que necesitan nuestros hijos, para no generar una incertidumbre en cuanto al afecto. Por más que la mamá le diga “Te amo”, si no le presta atención cuando la hija quiere dibujar junto con ella, empieza a sentir esa incertidumbre, empiezan a sentir falta de seguridad.
Sobreprotección
Se da sobre todo en los hijos únicos o en los más pequeños, o como yo que tengo tres mujeres y el último varón. Ese está criado como en una caja de cristal. No importa el orden de nacimiento, pero si se le da un cuidado especial que al resto. Ahí se puede caer en la sobre protección.
Todos hacen algo para que ese hijo pueda alcanzar todos sus sueños, sus metas. Le preparan el camino para hacerle creer que siempre alguien se va a estar ocupando de él o de ella durante toda su vida.
¿Qué pensamientos elegimos?
Ese hombre que fue sobre protegido durante su niñez y forma pareja con una mujer que tiene actitud maternal, le va a ser ideal. Porque alguien se va a seguir ocupando durante su adultez, le va a seguir preparando el camino para que pueda vivir. Será dependiente de la esposa, esperará que ella haga cosas por él.
Generalmente las personas que están bajo dependencia, tienen temor a que el otro se vaya, a que el otro lo engañe. El problema surge cuando la pareja tarda diez minutos mas de lo normal en volver, entonces en su cabeza empiezan los pensamientos negativos. Piensan todo lo malo, alimentan su cabeza con malos pensamientos.
Hay que revisar que tipo de pensamiento estamos permitiendo que se aloje en nuestra mente cuando nuestro esposo nos dice que no, cuando no te da el espacio que querés. Pensar lo bueno, te trae resultados de bendición, porque la palabra de Dios dice “en esto pensar, en lo que es bueno, en lo que tiene buen nombre”. Elegí pensar lo bueno, elegí pensar con la mente de cristo.
Incluir al otro
La Biblia está llena de mujeres que podrían haber sido dependientes pero eligieron la independencia.
La mujer sunamita le dijo al esposo, HAGÁMOSLE un cuarto al profeta. Era una mujer decidida pero incluía al otro. No se manejaba sola, sino que acordó con el marido. Ella habló y pregunto, consultó con su esposo para hacer algo. tomaba decisiones en conjunto con el esposo, compartieron la decisión.
Más adelante dice que cuando el chico se enferma y estaban en el campo, el hombre dijo “llévenselo a su madre”. Por lo general, y hoy pasa eso, lo normal culturalmente hablando es que las mujeres se ocupen de esa tarea. Fueron criadas para ocuparse de lo interno, del hogar, pero los hombres fueron criados para ocuparse de lo externo a la casa. Cuando algo sucede adentro del hogar, se ocupa siempre la esposa.
La mujer sunamita, rompe el molde y le dice al marido para hacer algo. Pero también cuando dijeron que llevaran al niño a su madre, ella lo tuvo hasta el medio día en el momento que murió. Ella subió y lo puso en la cama del hombre de Dios y cerró la puerta. Llamó a su esposo y le dijo “Préstame un criado y una burra que ya vuelvo. Voy de prisa a ver el hombre de Dios”. Lo vuelve a hacer formar parte de una decisión que tenía que tomar o de una acción que tenía que ejecutar.
En la versión Reina Valera dice que el hombre le dijo a su mujer: “¿Para qué vas a verlo hoy no es sábado no es fiesta?, ¿Para qué vas a ir?” a pesar de que la Biblia no dice que el hombre sabía que su hijo habría muerto, sabía que estaba enfermo. La mujer le respondió: “PAZ”, “No importa”. Ella sabía que tenía que hacer algo y no se detuvo, no se puso a discutir, no se desenfocó de su propósito ni se enojó con el marido.
Ella se fue sola, con el criado. Se mantuvo en su posición, era una mujer decidida que no se quedaba.
Cuando el hombre recibió a su hijo enfermó se asustó y no supo que hacer. Es algo muy común en el hombre, no es algo que criticar porque es algo normal en ellos. Las mujeres tienen unas antenas diferentes para esas situaciones.

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