Hacen falta "pasos serios y concretos" hacia la no proliferación y el desarme de las armas nucleares, no sólo para enfrentarse eficazmente al terrorismo nuclear, sino también para hacer realidad "una cultura de la vida y de la paz capaz de promover de manera eficaz el desarrollo humano integral de los pueblos".
Lo recordó el arzobispo Marcelo Sánchez Sorondo, jefe de la delegación de la Santa Sede, en su intervención en la 53 Conferencia General de la Agencia Internacional para la Energía Atómica (AIEA), que tuvo lugar en Viena, Austria, del 15 al 18 de septiembre.
Al comienzo de su discurso, el prelado señaló, entre los desafíos que la sociedad de hoy puede y debe afrontar, también el aumento de la demanda de energía y el mercado negro de material nuclear.
"A fin de hacer realidad una convivencia humana verdaderamente libre -explicó el prelado, citando palabras de Benedicto XVI en la encíclica Caritas in Veritate- es necesario defender y promover incansablemente un verdadero desarrollo humano de alcance universal entre los saberes y las operatividades". En este área, el arzobispo argentino subrayó entre las prioridades de la AIEA "la de urgir y aumentar en todo el mundo la aportación de la energía atómica a las causas de la paz y de la prosperidad".
"Pero también --añadió-- orientar los conocimientos nucleares hacia otros campos como la medicina, la agricultura, la seguridad alimentaria, el acceso al agua potable, actividades estas que hay que inscribir en un marco más amplio de desarrollo, que ponga en el centro a la persona humana, contemplando repercusiones importantes no sólo para las generaciones presentes sino también para las futuras".
El arzobispo Sorondo invitó a los estados a perseguir como fin último el bien común de los pueblos y no el poder nacional, ya sea económico o militar.
"La Santa Sede --concluyó el arzobispo-- nota con satisfacción algunas señales positivas de la voluntad de poner de nuevo el desarme nuclear en el centro del debate internacional sobre paz y seguridad".
Señales por tanto positivas, en su opinión, con vistas a la VIII Conferencia de revisión del Tratado de no proliferación de las armas nucleares, prevista para 2010 en Nueva York, cuando la comunidad internacional sea "llamada a poner en acción pasos concretos, transparentes y convincentes".
El Tratado de no Proliferación Nuclear (TNP), que contiene el único compromiso vinculante de desarme nuclear en un tratado multilateral y da además a todos los signatarios el derecho de desarrollar programas pacíficos para producir energía nuclear con fines civiles, se convirtió en ley internacional en 1970.
Durante largo tiempo, hubo cinco estados con armas nucleares: Estados Unidos, Reino Unido, Unión Soviética, Francia y China. Desde entonces, India, Israel y Pakistán han desarrollado armas nucleares y permanecen como los únicos países fuera del Tratado.
Los 188 gobiernos que han ratificado el Tratado se encuentran cada cinco años en la Conferencia de revisión para evaluar su aplicación.
Hoy en el mundo existen más de 26.000 cabezas nucleares y algunos países anhelan todavía entrar en el "club nuclear".
El 18 de septiembre, por primera vez en casi veinte años, la AIEA aprobó una resolución que pide a Israel que se adhiera a Tratado de no Proliferación Nuclear y que abra todos sus emplazamientos nucleares a las inspecciones.
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